Sandra Laing posa junto a sus padres Abraham y Sannie. Fuente
Sandra Laing tiene ahora más de 50 años. En el gesto recio de su retrato se adivina un pasado difícil. Medio siglo luchando por encontrar un hueco en la misma sociedad que por la mañana, en el seno de una familia de fieles ‘afrikaners‘, le daba de comer; mientras que por la tarde, con el carné de su piel por toda documentación, le impedía circular libremente por la calle. Una infancia con dos identidades de derechos opuestos que minaron su confianza en el sistema y ridiculizaron las bases ideológicas del oscuro régimen.
«Mi padre siempre me decía que era blanca. Él pensaba en mí como ‘su niña blanca’ «. Sandra Laing
Segunda Ley de Mendel o Principio de la segregación “ […] Ciertos individuos son capaces de transmitir un carácter aunque en ellos no se manifieste”.
Los primeros años de la infancia de Sandra fueron tan blancos como el expediente de sus progenitores en el ritual burgués ultraconservador. Colegio y costumbres de blancos salpicados con adoctrinamiento antisubversivo en la Iglesia Reformista Holandesa. El color de la piel y los rizos del pelo eran obviados con disimulo ignorante por su progenitor, no así por los extraños. Siempre que podía, su madre la apartaba del sol para impedir remarcar su pigmento natural mientras peinaba sus rizos diariamente con potingues oleosos en una lucha alisadora imposible. Sandra no entendía nada. Más adelante su padre abusaría de las cremas despigmentantes que abrasarían varias veces la cara de Sandra.
Después de 5 años en la ortodoxa escuela infantil Deborah Retief y tras la marginación ejercida por toda la comunidad infantil al grito de «cafre» o «negra sucia» fue expulsada, con 10 años, por la dirección, que informó convenientemente a las autoridades. Dos policías la escoltaron, entre lágrimas, a su casa. Sólo el test de ADN y la potestad de su padre al frente del Partido Nacional-racista salvaron a Sandra de una segura deportación al ‘gueto negro’ de la ciudad, abandonando el domicilio familiar.
Pero la niña fue rechazada por la iglesia tradicionalista y repudiada por todo su comunidad. No podía relacionarse con ningún blanco y hasta nueve colegios negaron su nueva escolarización. El padre apeló a la recalificación de 1967 pero la ley fabricada por él mismo no cambiaba el color de su piel para evitar los prejuicios ajenos.
Trailer de la película Skin, de Anthony Fabian.
Sandra empezó a frecuentar entonces amistades de color. A los 16 años se fugó a Swazilandia con un frutero zulú llamado Petrus Zwane con el que más tarde se casó y tuvo dos hijos. Su padre no se lo perdonó nunca por traicionar los ‘ambiguos’ principios que le había inculcado. Le retiró el saludo, acusó a su marido de secuestro y prometío recibirla con disparos, primero a ella y luego a Petrus si pisaban de nuevo sus tierras. Murió antes de volver a hablar con ella.
A la vuelta a su tierra natal, Sandra tuvo que asentarse en el gueto, sin agua ni electricidad y sometidos a la dureza del Apartheid. Le retiraron la custodia de sus propios hijos por la misma ley que modeló su padre y que impedía la convivencia de dos razas bajo un mismo techo: ella era todavía legalmente blanca. Sobrevivió hasta la caída del Apartheid en 1990 y a otro matrimonio, para, después de 30 años, volver a ver a su madre y reconciliarse.
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Enlaces y Fuentes
Muy pronto se va a estrenar una película sobre la vida de Sandra Laing. Skin, dirigida por Anthony Fabián, ha ganado varios premios internacionales y es una apuesta por dignificar la vida de Sandra. Puedes encontrar otras fuentes al servicio de documentación aquí: 1,2,3,4,5,6. También podéis ver un documental muy interesante sobre Sandra aquí.
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Storage lockers
/ julio 23, 2011Useful information. Fortunate me I discovered your website by chance, and I am surprised why this coincidence didn’t happened in advance! I bookmarked it.
Héctor
/ abril 11, 2011Oye, ¿te has fijado en que el enlace a Piet Retief está mal? Apunta a una persona homónima, no a la región.
kurioso
/ abril 11, 2011Cambiado. Gracias por avisar!