¿Qué harías si te encontraras 30 millones de euros en medio de la selva?


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Dicen que el dinero no cambia a las personas…las delata. En abril de 2003, soldados del ejército colombiano de misión por la selva amazónica de San Vicente encontraron varios bidones enterrados entre la maleza con más de 45 millones de dólares y sin dueño aparente. Sus cuerpos fatigados, esperanzas frustradas y vidas arruinadas acababan de encontrar un remedio. Juraron silencio o muerte para proteger un secreto que pronto dilapidaron en putas, bebida y coches de lujo. Esta es la crónica y desenlace de una mala elección.

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«Soñar no cuesta nada». Foto Cortesía CMO Producciones

El hallazgo

En primavera de 2003 informes de la inteligencia militar colombiana indicaban que en la zona de San Vicente de Caguán, a unos 280 kilómetros al sur de Bogotá, se mantenían cautivos a tres estadounidenses secuestrados unos meses antes por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). San Vicente había sido la sede de los frustrados diálogos de paz que entre noviembre de 1998 y febrero de 2002 sostuvieron las FARC con el gobierno colombiano del entonces presidente Andrés Pastrana.

Un destacamento de las compañías Buitre y Demoledor, del batallón 50, brigada móvil número 6 del ejército colombiano fue enviado a la zona, por entonces desmilitarizada para liberar a los tres contratistas norteamericanos secuestrados el 12 de febrero.

Los uniformados, tres oficiales, seis suboficiales y 129 soldados recibieron la orden de desplazarse al área rural de Coreguaje, en el sureño departamento de Caquetá, una de las zonas de mayor influencia de las FARC, donde este grupo guerrillero había sembrado las llamadas «quiebra patas» (minas antipersonales) para golpear al ejército.

El avance fue muy sigiloso, midiendo los pasos y sorteando las minas que mataban, al menos, a dos soldados colombianos diariamente. El 18 de abril de 2003, Wilson Alexander Sandoval , uno de los procesados (miembros del destacamento), se retrasó del grupo un momento para aliviar el miedo diarreico tras unos matorrales. Al hincar su machete en el suelo sintió un golpe seco “pensé que era una mina y apreté los dientes” -dijo-, Era un gran recipiente de plástico. En su interior cientos de fajos de billetes de dólares y de pesos colombianos.

Trailer «Soñar no cuesta nada». de Rodrigo Triana

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«Mis manos comenzaron a temblar y luego mi cuerpo. Levanté la cabeza para notificar a mis dos amigos, pero ellos lo habían descubierto también un poco más arriba. ¡Era dinero puro y en efectivo!. No acertamos siquiera a celebrar. Estábamos estupefactos, como hechizados, y caímos a en un extraño trance, como si hubiéramos bebido algún brebaje de plantas exóticas, como si flotáramos en el aire. Sólo coincidíamos en desempacar (los fajos) rompiendo el grueso plástico, cada uno en lo suyo, sentado a un lado del hueco, llenando los bolsillos de nuestros uniformes camuflados», contó un soldado.

Lo que se creía era un campo minado resultó ser entonces uno de los ‘bancos’ de suministro que las FARC tenían en mitad de la selva amazónica.

“ […] Un cabo, jefe mío, me descubrió cuando yo iba con un bolsito, del campamento hacia donde tenía la plata escondida. Los nervios me delataron. Me tocó decirle que «había encontrado su pensión», que se callara y arrancara conmigo.

Cuando vio los bidones el hombre quedó pálido; me preguntó que eso de quién era; le dije que la había encontrado y que tomara lo que quisiera. Lo hizo y se fue con nosotros.” Soldado en una entrevista al diario Tiempo

Durante quince días las dos compañías rebuscaron y desenterraron 18 caletas y guacas (como se denomina en Colombia a un tesoro indígena) azules y amarillas con unos 46 millones de dólares y pesos colombianos (cifra muy variable según la fuente). Algunos de los oficiales al mando repartieron todo el botín que fueron capaces de esconder en sus morrales para no levantar sospechas. El resto quedó abandonado en las caletas originales. Con las mochilas cargadas de dinero y avaricia los soldados tuvieron que permanecer días en la selva aislados por la voladura de las FARC del único puente que hacia transitable el camino de regreso.

Los soldados estaban todavía hipnotizados, atónitos. Creyeron era un regalo divino porque hallaron el tesoro el Jueves y Viernes Santos. Para ellos; si ese dinero era fruto de secuestros, extorsiones o drogas. ¿Qué delito cometían si robaban a un ladrón? Convencidos de que si devolvían el dinero a las autoridades alguien se lo quedaría en el camino no objetaron al reparto ni a soñar en su dispendio.

Uno de ellos declaró mas tarde, bajo el seudónimo de Fernando Ramírez, que cuando estaba enfermo y asqueado con las diarreas y sin papel higiénico con el que aliviarse, se le pasó por la cabeza utilizar los billetes para asearse, pero ante la disyuntiva de elegir pesos o dólares abandonó la idea. No tenían agua, comida ni papel higiénico pero dormían sobre inmenso sacos de dólares…

“[…] Nos informaron que ya se había hecho el helipuerto y llegó la orden de salir. Nos sacaron de esa selva y nos botaron en la carretera Neiva-San Vicente. Nos trasladamos un tiempo a pie; imagínese nuestro estado con el peso que llevábamos de los víveres y la plata. Caminamos dos días, algo más de 35 km hasta llegar a un caserío que se llama Puerto Amor. Allí compramos comida, gaseosas, porque durante el tiempo que estuvimos en la selva solo comíamos arroz y micos […]”

La bacanal

El 1 de mayo de 2003 llegaron evacuados a la ciudad de Popayán, 370 kilómetros al suroeste de Bogotá. Una vez liberados de la cárcel de la selva los soldados se perdieron en una orgía de gastos y desenfrenos multiplicada en su gozo por el patrocinio enemigo (FARC).

Lo que empezó siendo una celebración por todo lo alto en un restaurante de la localidad paso a degenerar en una bacanal de sexo, dinero y lujo que destapó el secreto, jurado con la muerte que no con la prudencia, a toda la opinión pública. En apenas unos días, compraron ropas de marca, coches de lujo, joyas, televisores; gastaban millones de pesos en burdeles y alcohol. Los despropósitos se acumulaban por la ignorancia. Uno de ellos se presento a formular su baja del ejército conduciendo una camioneta Ford Explorer nueva. Otros, escasos de paciencia, cambiaban los dólares por irrisorias cantidades de pesos colombianos delatando su ansiedad.

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Ciudad de Popayán. Noche.  Fuente

Un grupo grande se atrincheró en un burdel llamado “Kaliente” cerrándolo a su voluntad. Con putas y meretrices multiplicando sueldos y ganancias los soldados olvidaron, también, la prudencia militar: tres mujeres quedaron embarazas en la ‘encerrona’.

Quizás la historia más original del derroche fue la de Liliana, que decidió invertir su parte del botín en un apresurado cambio de sexo. Fue uno de los pocos soldados que inteligentemente huyó del Batallón de Popayán sin dejar rastro alguno para hacer realidad un deseo de su adolescencia.

«Soy una triple vergüenza para mi familia: robé parte de una guaca, me volví prófugo y luego, encima, me cambié de sexo (…)». declaraciones al diario Tiempo de Liliana.

Los comandantes no implicados el esta “tragicomedia” sospecharon rápidamente del frenesí y la opulencia de sus soldados. La avalancha lógica de renuncias finalmente derivó en una investigación y la confesión de un suboficial.

La venganza se destapó también entre las FARC al mismo tiempo que las versiones oficiales. Hasta 12 soldados del batallón fueron asesinados por las FARC en otros tantos intentos para robar y recuperar ‘su’ botín.

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Consejo de Guerra de Tolemaida contra los militares acusados.

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Los militares que no habían huido fueron arrestados, apartados de sus cargos y sometidos a un proceso de investigación que duró tres años. Concluida esa etapa, el 12 de junio de 2006, se inició el mayor consejo de guerra de la historia de Colombia en la base aérea de Tolemaida (100 kilómetros al suroeste de Bogotá). Sólo se recuperaron oficialmente 400.000 dólares del botín. Quienes admitieron su culpa y devolvieron dinero recibieron condenas de tres años. Los que insistieron hasta el final en su inocencia, recibieron hasta siete años de cárcel.

Actualmente las penas se encuentran suspendidas por irregularidades en el proceso incoado. Los 65 procesados salieron de prisión en agosto de 2007 a la espera de un nuevo juicio.

“[…] Fue un sueño que se volvió la más terrible pesadilla; en lugar de ser algo bueno, como soñamos, se volvió una tragedia. Nos metieron a la cárcel; nos condenaron a 7 años de cárcel; a algunos les secuestraron familiares, a otros les asesinaron la familia, a otros nos intentaron secuestrar delincuentes comunes pensando tendríamos millones de pesos… Esto ha sido espantoso. Hay rumores de que dos o tres más de mis compañeros han sido recientemente asesinados; a un compañero le secuestraron la sobrina, a otro le secuestraron al hermano, a otro los padres, y así sucesivamente… uno por uno hemos ido cayendo todos[…]”.

Enlaces y fuentes:

libro-adriana-aristizabal-2La historia la encontré en Menéame, con un solo enlace (que por cierto ya no funciona) al trailer de la película basada en los hechos de Rodrigo Triana: Soñar no cuesta nada”. Número uno en las taquillas colombianas de 2006. Supuse interesante investigar y desarrollar la historia mejor. La red del otro lado del charco está llena de links y libros sobre la aventura, también encontré excelentes artículos en la prensa de mi país y aquí, aquí y aquí.


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37 comentarios

  1. perez2586

     /  May 14, 2014

    pobres militares ellos se encontraron esa plata..tenian q dejarsela para un mejor vivir para ellos tanto como para todo su familia,,pero lo q le dolio al presidente,hp pastrana esq el no se lahabia encontrado ese es todo su dolor y rabia con los militares,,,pero no es justo q los pobres militares q soportan frio hambre lluvia picadas d toda clases d sancudos etc…esen presos ellos no se la robaron ellos se la encontraron,,la pregunta es,,para q queria el estado esa plata pues claro para repartisela a todos los plumas blanca politicos hp q son los propios ladrones,,siendo yo militar preferia devolversela mejor a la guerrilla q darsela a los politicos hp,,mi otra pregunta es despues d tantos años q han hecho el resto d plata q los militares devolvieron,,donde esta esa plata,,pues claro ya esta embolsilla y quien le dice ratero a ello quien los jusga a ellos imaginate ,,liberen a nuestro militares se lo merecen tanto servicio a la patria no dejen q colombia piense q el ejercito colombiano es una desconsiderado

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  2. warian

     /  febrero 9, 2012

    esque el gobierno como no la en contro ello el maldito ex presidente andres pastrana es un ladito para que retuvo a los soldado

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  3. Estoy tratando de encontrar una nota publicada por la Revista Semanal Proceso (México) en la que da cuenta de la veracidad de esta historia. En su momento pondré mas información.

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  4. Andres

     /  febrero 17, 2010

    Como que esto tiene todo lo necesario para ser una pelicula de humor negro

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  5. zazpithree

     /  febrero 16, 2010

    La verdad es que solo he leido tus comentarios, no he necesitado pasarme por la noticia… =) K cuento mas bonito! No pongo en duda que sea pura realidad, solo recalco que me parece una fabula preciosa. Me alegro muchisimo por Liliana, y espero que el resto hayan aprendido como personajes secundarios y no vuelvan a tener dudas de que el dinero al final es papel… y lo demas subjetivo =)

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  6. son muy maricas por que dieron mucho de que sospechar, ademas los sapio una puta maldeparida

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