Tanya Sávicheva y el diario infantil más amargo de la guerra


Es el testamento vital de una niña de 14 años que vio como desaparecían poco a poco todos los miembros su familia víctimas del asedio de Leningrado. Una vieja libreta donde iba apuntando, con mediocre destreza, la fecha y hora de la muerte de padres y hermanos hasta quedarse completamente sola. Si Ana Frank conmovió por su precocidad literaria, Tatiana Sávicheva lo hizo simplemente por la entereza de un gesto que fue utilizado más tarde como prueba en los juicios de Núremberg. Esta es la historia con su desgarrador final.

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Retrato de Tanya Sávicheva y las nueve hojas de su insólito diario. Fuente

TRADUCCIÓN DE LAS 9 HOJAS DEL DIARIO

1.-Zhenia murió el 28 de diciembre de 1941, a las 12:30 horas.
2.-La abuelita murió el 25 de enero de 1942, a las 3:00 p.m.
3.-Leka murió el 17 de marzo de 1942, a las 5:00 a.m.
4.-El tío Vasia murió el 13 de abril de 1942, 2 horas después de la medianoche.
5.-El tío Lesha el 10 de mayo de 1942 a las 4:00 p.m.
6.-La mamá el 13 de mayo de 1942 a las 7.30 a.m.
7.-Los Sávichev murieron.
8.-Murieron todos.
9.-Solo quedó Tanya.

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El sitio de Leningrado obligó a todas las familias pobres de la ciudad a trabajar en el ejército de la Unión Soviética para poder sobrevivir. Tatiana, con tan solo 10 años, se encargaba de cavar trincheras, construir barricadas y permanecer al acecho en tejados y cobertizos para apagar con la rapidez del juego de un niño, las bombas incendiarias que caían del infierno. Un trabajo tan digno como el de sus cuatro hermanos. Costureros militares, cepilladores, ensambladores de munición… y otras actividades propias de la edad de piruleta.

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El asedio a la ciudad de Leningrado. Fuente, 2, 3, 4

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El bloqueo de la ciudad por las tropas alemanas duró 872 días (1941-1944) durante los que murieron más de un millón de personas. El 90% lo hizo de hambre. La agonía por hambruna es eterna. La gente no rezaba por vivir, suplicaba morir rápido en alguno de los escarceos aéreos de la Luftwaffe. La muerte rondaba la calle mezclada con el agotamiento masivo de una ciudad derrotada físicamente. Los cadáveres eran despojados de las piezas dentales de valor, cortados sus dedos por las alianzas y hasta mutilados para justificar un canibalismo de urgencia. Son tristemente famosas las sopas de piel para alimentar a los niños famélicos…

Todo ello es historia. Historia contada por los protagonistas a través de sus diarios. Documentos que sirvieron para dar una oportunidad fiel a la memoria. No era anormal regalar a tus hijos un cuaderno para apuntar sus recuerdos. Lo que primero fue un juego, más tarde se convirtió en una prueba de la historia. El problema es que la mayoría de libros y papeles prendieron en estufas y hogueras para poder sobrevivir al duro invierno de asedio nazi. Sólo los caprichos de algún niño podían salvar aquellos preciados tesoros. Así ocurrió con los Sávichev.

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Tanya con su familia, antes del sitio de Leningrado. Fuente

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Tras la desaparición de una de las hermanas de Tatiana, su madre –Mariya Ignátievna– le regaló una pequeña libreta para honrar su memoria. Tatiana apenas sabía escribir pero la utilizó como involuntario epitafio de todos su estirpe.

El primer registro de diario de Tatiana es del 28 de septiembre de 1941. Su hermana Zhenia no volvió el día anterior de la fábrica donde montaba minas para el ejército. Estaba a siete kilómetros a pie de su casa y había comentado que después de sus dos turnos iba a donar sangre para traer una monedas. Murió congelada a la mañana siguiente en brazos de su hermana Nania, que salió a buscarla: 1.-”Zhenia murió el 28 de diciembre de 1941, a las 12:30 horas”

En el entierro improvisado de Zhenia, a las puertas del cementerio de Serafímovskoe, la madre pronunció unas palabras que serían reveladoras: “Nosotros te estamos enterrando, hija mía, pero ¿quién nos enterrará a nosotros?”

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Memorial Tanya Sávicheva. A las afueras de Leningrado. (San Petesburgo)  Fuente

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Dos días después del cumpleaños de Tatiana, en 1942, los más débiles empezaron a caer. La abuela falleció en cama tras negarse a ingresar en el hospital. Un infierno de frío, desamparo y soledad: 2.-”La abuelita murió el 25 de enero de 1942, a las 3:00 de la tarde”.

Leka, el hermano mayor de Tatiana, no paraba en casa, trabajaba y pernoctaba en su fábrica y visitaba a su familia muy de vez en cuando. Una distrofia causada por una penosa alimentación acabó con vida a los 24 años: 3.-”Leka murió el 17 de marzo de 1942, a las 5:00 a.m.” La letra de Tatiana se torna cada vez más trémula y desigual. Puede barruntarse un deterioro físico y de habilidad según comparas los escritos: 4.-”El tío Vasia murió el 13 de abril de 1942, 2 horas después de la medianoche.”

Con la muerte de Vasia el empeoramiento de su coordinación es notorio y se percibe en los siguientes escritos. Tatiana tiene que hacerse cargo de su madre y su tío Lesha, muy debilitados por la inanición. Ella sola desmonta y trocea todos los muebles de las dos casas para quemarlos en la estufa hasta el final del invierno. Con la nota del fallecimiento de su tío, Tatiana ya omite la palabra ‘morir’ y pasa simplemente a apuntar su deceso: 5.-”El tío Lesha el 10 de mayo de 1942 a las 4:00 p.m.”

Tan solo quedaban ya su madre y ella a merced del tiempo. Parece que el caprichoso destino quiso que Mariya se marchara primero y así Tatiana pudiera escribir su última necrológica: 6.-”La mamá el 13 de mayo de 1942 a las 7.30 a.m.”

Los hermanos de Tanya, Mina y Mijali

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Tatiana fue testigo de la cruel y lenta desaparición de toda su familia y se quedó completamente sola. No sabía que sus hermanos Mijail y Nina, dados por muertos en su huida, sobrevivieron al asedio y más tarde se encargarían de difundir su memoria. Por eso Tatiana, antes de ser ingresada en una guardería infantil, escribió los únicos silogismos de su breviario: 7.-”Los Sávichev murieron.” y 8.-”Murieron todos.”

La última de sus notas es una declaración muy cruel de soledad. Entre la victoria del que llega al final y la melancolía de su desgracia se intuye que Tatiana se barrunta lo peor. Pero todavía tiene la fuerza mental para puntualizar los hechos y, probablemente, firmar su destino: 9.-”Sólo quedó Tanya.”

Tatiana fue rescatada junto con otros 140 niños en agosto de 1942. Desnutridos y enfermos fueron trasladados a un hospital en el pueblo vecino de Krasni Bor. Todos los niños consiguieron sobrevivir y recuperarse de las dentelladas de la hambruna. Todos menos Tatiana que, después de perder la vista y sin remontar la cuesta de su desnutrición, murió de tuberculosis intestinal el primero de Julio de 1944, a los 14 años de edad. Una pena.

El diario de sesenta palabras nunca se publicó. Puede verse hoy el original en el Museo de Historia de Leningrado (San Petesburgo), y una copia en el Memorial Tanya Sávicheva.

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Fuentes no enlazadas en el texto.

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Cuando tus anfitriones son cortadores de cabezas


El 16 de noviembre de 1944, un B-24 aliado fue alcanzado por la artillería nipona cuando sobrevolaba la densa jungla de la isla de Borneo. Los tripulantes salvaron la barrena del aparato saltando a la selva y al miedo indígena con la única protección de sus paracaídas; en la que es una de las historias de supervivencia más apasionantes de la segunda guerra mundial. Seis meses de convivencia, inmersión y sometimiento de la cultura Dayak -tribu cercenadora de cabezas- para aprovecharse de ellos y sembrar de testas japonesas la isla.

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Un par de ejemplos de los ‘trofeos’ decorados con vegetales que aún se conservan y se venden como ‘arte’ indígena al mejor postor. Fuente

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La gigantesca isla asiática era centro neurálgico y productivo del combustible bélico japonés y los aliados sabían que una buena estrategia debilitadora partía por censurar el suministro a sus temibles ‘zeros’. Ese 16 de noviembre, un escuadrón de B-24 que se encontraba de misión bombardeando los más importante pozos petrolíferos de la isla; fue recibido por varias baterías antiaéreas niponas no computadas por la inteligencia aliada. El resultado fue desalentador y acabó con innumerables bajas.

Pero también Borneo era la isla de los Dayaks y cientos de desconocidas tribus aborígenes con fama sanguinaria que habían sabido defender muy bien su jungla a base de técnicas asimétricas de guerra y por encima del miedo a su propia leyenda. Ni la peor de las guerras había sido capaz de someter sus derechos sobre la selva que los vio nacer. Los japoneses los tenían aislados pero nunca sometidos.

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Extracto resumen en castellano del documental «Los Cazadores de Cabezas»

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Los Dayaks son un pueblo multiétnico mezcla de más de 200 tribus autóctonas sometidas a la involución de una cultura isleña. Son extremadamente tradicionalistas y honrados para con sus semejantes. Entre sus costumbres y rituales destaca el obsequiar o ‘lucir’ con una cabeza humana los momentos más importantes de la vida de sus miembros. Cuando una mujer está embarazada el marido debe obsequiarla con una cabeza recién cortada de un enemigo para liberar al bebé de los malos influjos del destino. Lo mismo cuando un adolescente alcanza ritualmente la edad madura. Sin cabeza no hay valor confirmado. O si alguien aspira a convertirse en pareja de la hija del jerarca. En vez de piezas de ganadería, el coraje o valentía se cotizan con las ‘ideas’ arrancadas objetivamente al enemigo.

Con este panorama, 7 tripulantes de aquel B24 herido aterrizaron con sus paracaídas en medio de la jungla lejos de territorio ocupado nipón pero dentro del dominio Dayak. El salto, muy descoordinado, acabó con el grupo disperso y perdido en medio de un territorio inexplorado. Phil Corrin y Dan Illerich, dos de los soldados, cayeron muy próximos y decidieron ir a buscar los restos del avión para localizar los ‘kits’ de supervivencia.

Cuatro de lo miembros de aquella histórica tripulación. Dan Illrich el segundo por la izquierda. Fuente

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El avance era penoso y casi sin luz por los más de treinta metros de denso follaje que se erguía sobre sus cabezas. Cuando se acercaron al aparato -al olor del humo y del fuego- un estruendo de explosiones y balazos estuvo a punto de acabar con ellos. Una emboscada japonesa planeaba sus cabezas hasta que se dieron cuenta que, en realidad, era su propio armamento el que estaba crepitando descontroladamente por el fuego del accidente. Muy peligroso.

El encuentro con los nativos cortacabezas tuvo lugar a la orilla del río, en un descanso de su particular paseo por la jungla. Los primeros silencios en el intercambio de miradas fueron brutales y anticiparon el desenlace tímido del intenso miedo: ¿Hola?

Un trueque de sonrisas sirvió para acercar distancias y romper el pánico congelado. Los aborígenes inmediatamente identificaron el uniforme americano para elevar sus lanzas y cerbatanas en señal de alianza. Estaban salvados.

Y es que la opresión decenaria nipona sobre los grupos selváticos hizo que los Dayaks conocieran el significado de los símbolos aliados para identificarlos conscientemente como fuerza amiga. En los años 30 unos misioneros protestantes norteamericanos habían tenido mucho éxito entre los Dayaks. Hasta que la invasión japonesa acabó decapitando a aquellos ‘protectores espirituales’. Los americanos dejaron caer sus armas cortas al suelo al mismo tiempo que los Dayaks se despojaron de las suyas para estrechar sus manos. Lo siguiente fue una invitación por señas para acompañarlos a su aldea. Comienza la aventura.

Ya en el poblado, los jerarcas obsequiaron una de sus mejores cabañas a los soldados americanos. Un acogedor cubículo de piso formado por largos tablones de madera, paredes de bambú y techo cónico de hoja de palma. Construcción típica del pueblo Dayak. Una vez dentro y aliviados por las circunstancias, Phil y Dan repararon con estupefacción en la decoración de la cabaña: cabezas humanas disecadas colgadas por todos lados anunciaban los fabulosos ‘trofeos’ de la familia anfitriona.

Todavía se conservan los trofeos al ‘valor’ en las cabañas Dayak. Fuente

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Poco días después los cinco soldados restantes fueron rescatados y conducidos por los Dayaks a la protección de su aldea para comenzar lo que sería una inmersión cultural de casi seis meses entre dos formas de vida totalmente opuestas pero unidas por el odio común a un mismo enemigo: Japón.

Cuando los japoneses se dieron cuenta de que unos aviadores americanos habían caído en la jungla se organizaron para batir la zona. Los dayaks buscaron un refugio mejor en el interior de la selva para sus ‘invitados’, lejos de la evangelización y el alcance nipón. Una patrulla japonesa se adentró con hostilidad en las aldeas Dayak removiendo viejos odios y resentimientos mientras intentaba localizar a los soldados americanos.

Fue entonces cuando los aborígenes decidieron acabar con los soldados nipones, rescatando sus viejos y sangrientos ritos y perpetrando una emboscada nocturna para alimentar el botín de sus cabezas cortadas. A partir de ese momento se declaró la guerra sucia entre ambas enemistades centenarias. Los Dayaks utilizaban a sus mujeres desnudas en el río como cebo para captar y llamar la atención de los japoneses para luego tumbarles con sus cerbatanas y romperles el cuello a cuchilladas. Todos los soldados que entraban en su zona eran asesinados y decapitados.

Dan Illerich en la actualidad posando como único superviviente junto a un L-3 Aeronca, similar al que les sacó de la isla. Fuente

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Las fiestas nocturnas de la victoria eran bacanales necrófilas de odio y tradición a las que asistían impertérritos sus protegidos, los soldados americanos. Mientras se ahumaban las cabezas del enemigo los bailes y la música de los gongs unían ambas culturas en el éxtasis de un mismo odio.

Mientras, al otro lado del mundo, se perpetraba un plan para rescatar a los ‘sufridos’ aviadores. El conocido y polémico antropólogo británico Tom Harrisson, conocedor de la zona y especialista en la cultura Dayak, iba a ser lanzado en paracaídas para intentar el rescate, ejerciendo de intermediario con las tropas aliadas que ya frecuentaban la costa de la cercana isla de Tarakan.

El 25 de marzo de 1945, cinco meses después de que el B-24 fuera derribado, Tom Harrisson y su equipo saltaron sobre un claro en la jungla cerca de donde se creía ejercían los dayaks y los kelabis. El plan era agasajar a las tribus locales con medicinas y regalos para ‘comprar’ su voluntad y ayuda para localizar a sus protegidos. Una carta de Tom llegó enseguida a las manos de Dan Illerich anticipando su inevitable encuentro el siguiente 21 de abril.

La descabellada idea para sacar a los soldados de la isla -ya muy débiles y enfermos- era construir una pista de aterrizaje en algún claro para que un pequeño avión Gloster los evacuara uno a uno hasta la costa; donde las tropas británicas ejercían ya su autoridad ‘reconquistada’. El barro de la selva hacía imposible la maniobra de cualquier aparato y Tom pensó en construir una ‘alfombra’ de bambú para que el pequeño Gloster (único aparato disponible) no se empotrara en el barro. Dicho y hecho, la única pista de aterrizaje de bambú del mundo fue construida con la ayuda de 1.000 Dayaks y coronada con las banderas aliadas y la simbólica cabeza de un japonés ajusticiado.

Imagen de la inauguración de la primera pista de aterrizaje de bambú del mundo. Fuente

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En 29 junio de 1945, Dan Illerich, el último soldado que quedaba fue evacuado en avión de Borneo. La increíble historia de supervivencia y ‘parasitaje bélico’ fue rápidamente eclipsada por los acontecimientos de Nagasaki e Hirosima de unos días más tarde. Hoy es el único superviviente de aquella aventura que da fe a su memoria.

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Fuentes y enlaces.

La historia es un clásico de la supervivencia en la segunda guerra mundial. Imprescindible el documental completo de la «National Geographic» basado en la transcripción del libro «The Airmen and the Headhunters». Podéis encontrar más información de la aventura aquí, aquí y aquí. Y fotos actuales de la domesticada tribu de los Dayaks según unos; o la todavía peligrosa y asesina etnia de Borneo,  según otros.  Si eres un friki necrófilo puedes comprarte en ebay alguna de las calaveras al estilo dayak para decorar tu oronda estupidez.

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-La tragedia del vuelo 508. Sobreviviendo al Amazonas.

-Poon Lim o la soledad del náufrago que sobrevivió 133 días a la deriva en una balsa.

Gran Hermano caníbal. La batalla del hambre.

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Mi padre fue un ‘Maldito Bastardo’…


…pero no cortaba la cabellera de los nazis, ni les tatuaba con el machete una esvástica en la frente, ni degollaba. Mi padre, Peter Masters (1922-2005), borró su identidad y todo su pasado para alistarse en la «X Troop» británica o comando clandestino judío de élite que participaba en arriesgadas -y muchas veces suicidas- misiones de información para el ejército aliado. La pornográfica casquería tarantiniana muestra una realidad sesgada de violencia gratuita muy lejos del valor e intrepidez de mi padre. La historia real es aún mejor.**

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**Kim Masters, columnista de «The Daily Beast» e hija de Peter Masters, uno de los integrantes de la Tropa X.

Peter MastersPeter Masters, recién alistado en la «Tropa X». Fuente

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Peter Masters, antes Peter Arany, fue uno de los 88 refugiados judíos y repudiados por la Alemania nazi, que formaron este comando de élite que trabajaba siempre al otro lado del frente disolviéndose con el enemigo. 21 de ellos murieron salvajemente en alguna misión y otros 23 fueron heridos gravemente. De los 44 que participaron en el desembarco de Normandía, 27 fueron asesinados, heridos o hechos prisioneros. Eran un comando clandestino, fuera de toda estadística, reglamento público y protocolo militar; basado en el voluntariado y promovido por la venganza personal de los que fueron reprobados y torturados por el integrismo nazi en territorio alemán. Fue uno de los secretos mejor guardados de la Segunda Guerra Mundial. Hasta pasados los años 60 no se desclasificaron los documentos que demostraban y explicaban su existencia.

dday26Una de las barcazas que participaron en el desembarco. Fuente

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Las Tropa X (escisión de la tropa Nº3 y nº10 del ejército británico) nació en 1942, bajo el mando de Louis Mountbatten (reputado diplomático y marino inglés) y como respuesta a la optimización de los recursos británicos en territorio extranjero. Louis pensó en el agrupamiento de unidades por nacionalidades para mejorar las cohesiones de grupo en las fuerzas especiales. En julio de 1942 elcapitán Bryan Hilton Jones -un aventajado militar montañero y profesor de idiomas- solicitó la conformación de un grupo segregado para actividades de ‘inmersión’ en las líneas enemigas. Más de 10.000 candidatos y refugiados judíos negociaron la solicitud promovidos por la revancha del odio acumulado en su martirio nazi. La mayoría fueron rechazados por su estado físico. 1.000 hombres lograron ser reclutados para el comando, aunque solamente 88 llegaron a suboficiales. Había nacido la tropa X. Apodo nacido del mismísimo Winston Churchill, en elogio a la valía de estos «guerreros desconocidos».

» […] Vengarse de los nazis era una motivación siempre presente en la Tropa X. Pero nuestro comando era la antítesis de las siempre incómodas denuncias por ajusticiar como «Corderos en el matadero«. Peter Masters

» […] Matamos a personas, sí…; pero con ‘elegancia’, sin ese tipo de cosas» Tony Firth de la Tropa X y amigo fiel de Peter Masters, al conocer el guión de la película de Tarantino.

» […] Todavía tengo, a mis 88 años, pesadillas y remordimientos de aquella tarde. Mi compañía lanzó una granada desde retaguardia mientras yo esperaba al otro lado de trinchera enemiga. En un instante un jóven soldado alemán salió con las manos en alto y yo le disparé. Yo no quería matar a nadie con los brazos levantados. Esto me tortura».  Peter Terry de la Tropa X

sword_beach_01La tropa X y retaguardia  avanzando hacia Benouville. Fuente

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Tras la selección fueron entrenados duramente en País de Gales en  ‘artes bélicas’ de las fuerzas especiales británicas; particularmente en paracaidismo, escalada, rápel y el manejo de explosivos. También se les obligó a quemar cualquier documento que revelara su antigua identidad y a practicar su nueva firma durante horas hasta su perfecta ejecución. Esto incluía la desconexión total con el entorno familiar y personal anterior. El conocimiento del alemán y su impecable acento eran requisito imprescindible para la militancia en el grupo de ‘elegidos’ y así mimetizarse en territorio enemigo y poder realizar los interrogatorios a prisioneros con las máximas garantías.

Para los alemanes, los integrantes de estos comandos eran bastardos y tránsfugas militares, carroña de las carroñas, soldados y judíos insubordinados. Lo peor de lo peor. Una orden directa de Hitler en 1942 ordenaría el fusilamiento inmediato de los ‘desertores’ patrios sin gloria o «gánsters del sabotaje», como él mismo los llamaba.

La más importante encomienda de la Tropa X fue la labor estratégica y de información antes, durante y después del desembarco de Normandía el 6 de Junio de 1944. Antes del día «D» fueron enviados hasta 3 veces a comprobar ‘in situ’, con sus propios pies, si las playas francesas estaban minadas con artefactos HairTrigger (minas de detonación extrasensible) o con minas convencionales. El testimonio de Peter Masters sobre la avanzadilla posterior en «Sword Beach» es estremecedor:

[…] Cruzamos en silencio las turbulentas aguas del Canal inglés. Algunos de mis camaradas murieron antes incluso de salir de la lancha de desembarco. Yo llevaba una mochila cargada, una ametralladora, un montón de cargadores y granadas, una bicicleta plegable y una larga cuerda de cáñamo para salvar el «Puente Pegasus» en caso de que los alemanes lo hubieran volado para impedir nuestro avance […]

Alcanzamos con nuestras bicicletas el camino a la aldea de Benouville después de dejar la playa, hasta que al compañero en cabeza le reventó la misma de un balazo enemigo. Nos refugiamos hasta nuevo aviso. El capitán me ordenó entonces que encabezara de nuevo la expedición rumbo a la aldea, pero no de forma sigilosa sino por mitad del camino. Entendí que se trataba de localizar las posiciones enemigas con sus disparos. Barrunté una sentencia de muerte más que probable pero accedí […]

«Toda mi formación se va a echar a perder» -pensé- y traté de improvisar recordando la escena de la película «Gunga Din» en la que Cary Grant, en una situación similar y rodeado de enemigos, empezó a gritar fríamente: «¡Están todos ustedes arrestados..!». Así, mientras caminaba por el centro de la carretera, empecé a vociferar en un perfecto alemán: «¡¡Ríndanse todos y salgán de ahí!! ¡¡Están completamente rodeados y no tienen escapatoria…!!«

El efecto fue demoledor. Después de un largo silencio asomó la cabeza de un soldado alemán que me disparó infructuosamente. Le devolví el fuego cruzado antes de que se me encasquillara el arma. Cuando me quise dar cuenta todo el enemigo se había delatado y mi tropa completa estaba cubriéndome las espaldas […]


En septiembre de 1945 el comando se disolvió, pero mucho de sus miembros siguieron participando en las operaciones militares de las fuerzas de ocupación, siguiendo a los grupúsculos de resistencia nazi, a los cobardes huidos criminales de guerra o traduciendo documentos incautados en territorio des-ocupado. Peter Masters abandonó su condición de ‘bastardo sin gloria’ para convertirse en un reputado director de arte de una cadena de televisión americana. «Comenzó siendo un ‘bastardo sin gloria’, justo lo contrario de lo que es ahora […]» -recordaba su hija por entonces-. Su corazón estalló en 2005, con 83 años, mientras jugaba un partido de tenis en una escuela de Rockville, Maryland, USA; y sin conocer la película del niño mimado de Hollywood que hoy distorsiona  con casquería fina su cruel pero valiente legado.

Fuentes y Enlaces.

P. Masters en el 65 aniversario del desembarco

Peter en el 65 aniversario del desembarco

He escrito el artículo sin ver -todavía- la película de Tarantino, (por cierto, remake libérrimo de este otro clásico del cine italiano de los 70′, dirigido por  Enzo G. Castellari) para intentar ofrecer una visión más objetiva y ecuánime de la verdadera historia de este comando. Lo primero que encontré fueron las entrevistas y artículos de su hija intentando ‘descontaminar’ inutilmente el pasado de su progenitor. Peter Masters tardó casi 15 años en escribir sus increíbles memorias militares:«Striking Back: A Jewish Commando’s War against the Nazis«. Otras fuentes al servicio de la documentación aquí, aquí, aquí y aquí.

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-Fuga de Auschwitz: La aventura que salvó más de 120.000 vidas.

-Evasión en globo sobre el Telón de Acero

-El largo y tortuoso camino al colegio de los niños palestinos

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