Valentina. La niña que dormía entre los muertos.


Se cumplen ahora 15 años del genocidio de Ruanda. Una marca indeleble de infamia en el corazón del medro humano. Valentina Iribagiza tiene ahora  27 años y es ejemplo vivo de la memoria de aquella barbarie. Valentina, con 12 años, fue una de las escasas supervivientes tutsis de la matanza de Nyarubuye. Sobrevivió a los machetazos hutus y permaneció escondida entre más de 2.000 cadáveres en la Iglesia del pueblo durante 43 días; mimetizando un hilo de vida entre el hedor a muerte y el odio racial e irracional que emborrachó a toda una nación.

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Cráneos de tutsis asesinados en el interior de la iglesia de Nyarubuye (hoy memorial). Fuente

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Valentina vivía con sus padres y seis hermanos en Nyarubuye, una tranquila aldea al sureste de Ruanda. Hasta principios de los 90 la convivencia entre las etnias hutus u tutsis se basaba en el respeto simbiótico heredado de siglos de enfrentamientos y polémicas sin sentido. Los hutus no olvidan las afrentas de los antepasados tutsis quienes protagonizaron en el siglo XVI diversas campañas militares para acabar con los príncipes hutus y colgar sus genitales en los tambores de guerra que luego tronaban por todo el país.

«En 1993, todo cambió. Estabas en clase, por ejemplo, y la gente te preguntará si eras tutsi. Siendo sólo un niño,  no lo entiendes, y  terminas por decir que sí. A partir de entonces, eras intimidado, especialmente por los niños hutus mayores, que te quitaban tus cosas y te amenazan». Valentina Iribagiza

Extracto traducido de una entrevista a Valentina. Fuente

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El asesinato del presidente Habyarimana y el avance del Frente Patriótico Ruandés desencadenó el derrame de odio e inquina por toda Ruanda. Empezaron las matanzas y la quema de casas por parte de las milicias hutus, obligando a un desplazamiento masivo de personas hacia campos de refugiados situados en la frontera con los países vecinos. Valentina y su familia se resguardan en la iglesia de Nyarubuye al cobijo de una inmunidad ficticia junto con 2.000 tustis y hutus moderados.

«El viernes 15 de abril llegaron los asesinos, encabezados por Sylvestre Gacumbitsi , el alcalde de mi ciudad. Reconocí a muchos de mis vecinos hutus entre los más de 30 hombres que rodeaban la iglesia. Llevaban  cuchillos y machetes […] Primero nos pidieron  entregar dinero, diciendo que aquellos que pagaran se librarían de la muerte. Pero después de coger el dinero  les dieron muerte a todos . Comenzaron entonces a arrojar granadas. Vi a un hombre reventado volado por los aires, en trozos. Decían que éramos serpientes y que para matar a las serpientes tenían que romper la cabeza. […]» Valentina Iribagiza

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Libro Bautismal sobre cama de huesos humanos en la iglesia de Nyarubuye. Fuente

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Esa tarde (15 de Abril de 1994) comenzó la carnicería en la Iglesia. Por la noche desaparecieron los asesinos pero volvieron al día siguiente, y al siguiente, y al siguiente… con más refugiados y los machetes entre los dientes. Más de 10.000 personas murieron en Nyarubuye; unos 2.000 cuerpos descansaban en la Iglesia.

Valentina, siguiendo el instinto maternal, se había escondido entre aquellos cadáveres, junto a su madre y fingió estar muerta. Antes de eso había recibido muchos golpes, un profundo hachazo en la cabeza y le habían seccionado cuatro dedos de la mano derecha. La sangre y la calma eran el mejor de sus disfraces y, a la postre, lo que le salvó la vida.

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Iglesia de Nyarubuye (Hoy memorial del genocidio) lugar de la matanza. Fuente

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Cuatro días estuvo apenas sin moverse, aguantando la respiración al menor movimiento y siempre arropada por los cuerpos de su propia familia y  bebiendo el sucio agua de lluvia de abril que se colaba por las heridas de la propia iglesia. Presa del pánico, sus escasos movimientos eran calculados al compás del silencio del enemigo.

» […] Era muy tarde, alrededor de las 2:00 am, cuando los hutus regresaron […] Si encontraban a alguien con vida, le aplastaban la cabeza con piedras. Vi como golpeaban (una contra otra) las cabezas a dos hermanos conocidos hasta su muerte […]. Uno de ellos pisó mi cabeza. Agitó su pie para ver si yo estaba viva. Dijo, «Esto está muerto», y se fue. Viví entre los muertos por un largo tiempo. Por la noche, los perros venían a comerse los cuerpos. Una vez noté que el perro se estaba comiendo a alguien a mi lado. Le tiré algo y huyó mientras los soldados vigilaban el perímetro para que nadie escapara. Me escondí en una dependencia más pequeña y con menor número de cadáveres. Ahí es donde dormité y aguanté durante 43 días.» Valentina Iribagiza

Valentina pasó su cuarentena más difícil entre cadáveres, amparada por la muerte que tanto temía. Su cobijo y su defensa  eran los cuerpos putrefactos de toda la comunidad junto a la que había crecido y a la que seguía viendo día a día, pero ahora con los párpados ya caídos para siempre.

valentine2Valentina Iribagiza poco después de ser rescatada y unos años más tarde. Fuente

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El poco alimento que recibía se lo entregó algún que otro niño sano, pero también escondido, en las inmediaciones de la iglesia y que aprovechaban su clandestinidad para llevar a su compañera frutos silvestres y semillas maduras del campo.

Su cuerpo, maltratado a golpes y heridas (apenas se podía arrastrar), se iba descomponiendo en vida, infestándose de larvas, piojos y toda la herrumbre que precede a la muerte. Con mucha dignidad y consciencia, esperaba  el acecho del más temido de los tránsitos; al fin y al cabo nada podría ser peor que aquel infierno. Se consolaba.

A la mañana del cuatrigésimo tercer día un soldado de la Interahamwe
que entró a reconocer la iglesia se topó, en un descuido, con una Valentina viva pero seminconsciente y demacrada. La levantó con una sola mano y dijo : «Ha llegado tu hora. Te voy a ahorcar y dejar en el mismo sitio». El único resquicio de suerte en la vida de Valentina ocurrió cuando más lo necesitaba. Un grupo de militantes del FPR, acompañados de un soldado francés, interrumpió la maniobra del salvaje y rescató a la niña de su última batalla, a desventaja,  con la muerte. Se la llevaron a Kibungo, donde pasó más de seis meses en el hospital recuperándose de las terribles heridas.

¡¡Valiente Valentina!!

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Fuentes y enlaces.


1944331.47Estaba preparando otra crónica sobre el genocidio y me topé aquí, de casualidad, con la historia de
Valentina. Inmediatamente me cautivo su coraje y decidí aparcar para otra ocasión el otro relato. No hay muchas imágenes de Valentina pero si dos  documentales de los que extraje el vídeo que ilustra el post (ver en youtube) . Otras fuentes, además de las ya enlazadas,  para el servicio de documentación aquí, aquí, aquí y aquí.

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Si te ha interesado esta entrada, no deberías perderte:

-Poon Lim o la soledad del náufrago que sobrevivió 133 días a la deriva en una balsa.

-Hakani. La niña que nació de la tierra

-Fitzcarraldo y el barco que subió una montaña.

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26 comentarios

  1. excelente me gusta tu articulo muy bueno

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  2. AMCB

     /  agosto 22, 2010

    es muy sorprendente todo lo q le paso a valetina

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  3. Valentina

     /  febrero 15, 2010

    Valen:
    te deceo toda la suerte del mundo tengo 9 años pero creo que debe aver sido doloroso enfrentarse a eso bueno me despido.Chau besos

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  4. Desde nuestra seguridad, se nos hace inconcevible esta historia y nos recuerda que el ser humano es capaz de las mayores proezas y las más aberrantes salvajadas.
    Para reflexionar.

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  5. Vienen cosas mas terribles al mundo. El hombre en ves de mejorar cada día es más malvado. DIOS la única solución.

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  6. xyz765

     /  julio 25, 2009

    ke jodido me dan gans de llorar 😦 y luego nos kejamos porke cancelan nuestro progrma favorito en la tv…

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  7. Gracias por traernos este cruel recordatorio de la infamia humana. Gracias digo, porque muchos incluyéndome, no conocíamos bien esta historia y debe de conocerse, para que no sea olvidada… Eso es por mucho lo que podemos hacer para que el sufrimiento de Valentina no sea en vano.

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  8. Lo cierto es que es eso fue un auténtico genocidio sin paliativos y las barbaries cometidas fueron espectaculares, sino recuerdo mal, se puede ver algo en «Hotel Rwanda» .

    Saludos

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  9. muy fuerte, impresionante. terrible hasta donde puede llegar el odio humano…
    y las fotos impresionantes tambien, recrean perfectamente la historia.

    en una sola palabra: increible

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  10. Qué fuerza que tienen las niñas. Esta semana vimos el caso de la que sobrevivió a la caída de un avión, y acto seguido, a 13 hs en las frías aguas del mar, flotando agarrada de una parte del fuselaje.
    Y qué locura la historia humana. La minoría tutsi dominó 5 siglos a la mayoría hutu, pero cuando ésta se revela lo hace del modo más cruel, brutal, genocida y sanguinario. Y lo tragicómico es que en Ruanda la etnia originaria no es ninguna de ambas: son los pigmeos, que apenas son el 1% de la población…
    Pero bueno: así andarán de mal las cosas, que el presidente que tienen ahora, siendo mucho mejor que los asesinos anteriores, se llama… Kagame.

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  11. Paul

     /  julio 4, 2009

    es inaudito, monstruoso, que cosas como esa, hayan sucedido y sigan sucediendo hoy en día,, solo quedarme con una frase del relato: ¡¡Valiente Valentina!!,,
    que eso si que es valentia ……….y no los idolos de barro que se tienen hoy en dia,,,
    los gobiernos y las religiones deberian de poner mas enfasis en que no sucedan estas cosas y dejar de hablar, hablar y hablar y corromperse, que eso si que lo hacen muy bien,,,,,,,,,,,,,

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  12. Terrible historia la de Valentina, pero ¿cuantas Valentinas extien todavia 15 años despues?….
    Mirar las noticias y pensar en Valentina, pensar lo cobardes que somos por permitir que sigán existiendo Valetinas hoy día.

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  13. Inconcebible!!

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  14. Hola, muchas gracias por la traducción de una parte del documental, por casualidad sabes en donde puedo conseguir el documental entero traducido al castellano?, gracias.

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  15. terribles cosas sucedieron en Africa, es interesante como el continente que vió el origen del ser humano, produzca este tipo de atrocidades…tal vez es nuestra naturaleza destruirnos.

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  16. Vaya historia, ¡qué momentos tan duros le tocaron vivir a esa niña! Me alegro que al final todo saliera bien, pues muchos otros no pueden contarlo.

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  17. Hola:

    Lo más terrible de todo, es que asesinos, víctimas y, hasta yo, somos de la misma especie. ¿Puede ser?

    Saludos.

    Bayo

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