«Cuando hice Torres Blancas tuve un único objetivo: molestar a la gente, agredir al paisaje, de tal manera que la gente levantara la cabeza y dijera: ¡Caramba!, pero ¿tanto bien o tanto daño se pueden hacer con la arquitectura?… ¡Sí, señor! ¡Estamos cansados de hacer paisajes grises, ambientes no molestos en los cuales a lo mejor no es penoso vivir pero tampoco es gratificante!»

Francisco Javier Saenz de Oiza

No hay día que no se cumpla este pensamiento. La gente sale del metro y se topa con ese volumen brutal, desconocido, gris, orgánico… Es de los pocos edificios que te hacen levantar la mirada , no provoca indiferencia, tampoco ira. Grupos de curiosos se embaban con sus formas, discuten, adjetivan sin parar.. José María, el conserje, es el guardián de toda desmesura e impide continuamente muestras desaforadas por abrazar sus cumbres…

Octubre 2007. Nokia N95. A veces las fotos te encuentran a ti, no tú a ellas

Torres blancas es hoy lo mismo que ayer. No ha perdido carácter y ha ganado experiencia. Se siente importante, es el edificio que da sombra y forma a todo el barrio. El árbol que Oiza pensó hace 50 años y dejó crecer. Hoy es un roble maduro , perenne al tiempo y sobre todo al espacio.

Mayo 2008. Canon Eos10d. 20mm

Se considera la obra más lograda de Oiza, que proponía en ella una síntesis de racionalismo y organicismo, capaz de modificar el debate arquitectónico de  los años 60. y es fruto de la colaboración de un mecenas  único: Juan Huarte.

El equipo de trabajo lo completaron los ingenieros Carlos Fernández Casado y Javier Manterola autores de la fantástica estructura de grandes losas en voladizo que permitía la centralización de cargas y la ausencia de pilares tradicionales.

La torre tiene 21 plantas y otra intermedia. Hay otras dos plantas altas: una el antiguo restaurante (hoy oficina) desde donde se servían comidas a través de un montaplatos a  las viviendas; y otra con una piscina al aire libre en forma de trébol. En el interior hay viviendas de doble altura, (dupléx) y otras en una sola planta, además de los apartamentos. La escalera principal fue la única parte que, al final, se revistió de mármol blanco. La distribución de los dupléx y apartamentos sigue el modelo ‘burgués’ de los años 60 con dos núcleos independientes de escaleras y ascensores para separar el ‘servicio’ de los propietarios.

El edificio es una suma ingente de espacios únicos, nada esta diseñado al azar ni copia manual solemne de arquitectura vernácula. Oiza se enfrentó con problemas constructivos en cada rincón y en cada problema construyó una solución inteligente y práctica.

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Detalle de la escalera interior

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La ventaja es que contó con más edificabilidad de la normal, y esto le permitió cierta tolerancia con los espacios residuales. Los remates curvos de esquinas  y ángulos , lejos de leyendas ‘inamueblables’, enfurecen al inquilino prototipo ‘Ikea’  encasillado en las revistas de decoración del momento.

Oiza meditó las viviendas entorno a una terraza que filtraría la luz y no dotó de capialzado en las carpinterías para las persianas ,con lo que el rigor de la luz marca los biorritmos de todos los inquilinos excepto de aquellos que buscaron soluciones alternativas.

Terrazas en voladizo de cubierta

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Oiza planeó dos torres similares pero el rigor presupuestario no acabó con el nombre pero si con la paridad y con los acabados pétreos en el mortero de fachada. Uno de los falsos mitos de la obra es que la fachada se recubriría con mármol blanco, cuando la realidad es que el hormigón de su fachada  iba a mezclarse con ‘polvo de mármol’ que le daría un color más puro, pero al final se descartó. Hace unos años se planteó la posibilidad de dar un nuevo lustre , e incluso se propuso pintar la torre de blanco (todavía quedan testigos de las pruebas de color ). Afortunadamente y con buen criterio todo quedó en una costosa y mal resuelta limpieza a base de cepillo y chorro de arena.

Detalle de la portería

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La torre  hoy goza de excelente salud, pero necesita un mantenimiento desmesurado debido a la antigüedad, sobre todo, de sus instalaciones. Gracias a que hace unos años se convirtió en edificio protegido con catalogación especial se puede hablar de un cierto consenso de ayudas de la administración, aunque siempre por debajo de las necesidades reales del edificio. Para ello , y para evitar el deterioro los vecinos buscan soluciones alternativas de financiación como el rodaje de spots de publicidad y de películas. A finales de febrero terminó la grabación de la película de Jim Jarmusch ‘Los límites del control» con Bill Murray.

Salón principal de uno de los duplex

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Pero para conocer de verdad la torre, hay que coronarla. El edificio posee una situación inmejorable ya que se encuentra en una de las partes más altas de Madrid y , a pesar de que sus 71 metros no lo hacen excesivamente alto ,su cota de arranque le ayuda a poseer una de las más fabulosas azoteas de Madrid. Recordemos uno de los mejores cuadros hiperrealistas de Antonio López titulado Madrid desde las Torres Blancas se trabajó durante más de 6 años desde el piso 22.

Madrid nevado desde azotea de Torres Blancas. Enero 2009. Canon Eos10d. 17mm

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Fuentes: wikipedia, Diario ‘El mundo’, elaboración propia.

Fotografias realizadas durante el último año por Kurioso. Todos los derechos reservados

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