¡Sálvame! Fotografías en la frontera de la vida


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El hombre es un ser social por naturaleza. Un depredador de sentimientos. A pesar de todas las guerras, desastres humanos y envidias innatas buscamos, ante todo, proteger y amar a nuestros semejantes; defenderlos hasta de nosotros mismos. Es precisamente en esos momentos de desgracia, crueldad y aventura donde surgen las historias más emotivas. Historias de supervivencia, de encuentros, de rescates, de dolor, de tragedias… A continuación una colección de instantáneas más o menos desconocidas que tratan de retratar ese increíble momento humano que tan bien nos define ante una situación límite.

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El último abrazo

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29 de Octubre de 2013. Dos ingenieros de 19 y 21 años que se encuentran reparando un molino en Ooltgensplaat (Holanda) son sorprendidos por un cortocircuito que provoca un incendio masivo en la góndola, a 67 metros de altura sobre el suelo. El fuego corta la línea de evacuación. Un cable que les permitiría descender por el interior de la torre hasta el suelo. No hay cuerdas, ni tirolinas exteriores, ni paracaídas, ni sistema anti incendios. Ambos saben que no tienen salida. Están solos. La angustia es brutal, pero ello no les impide estar juntos y consolarse hasta el último momento.

Uno de ellos terminará tirándose desesperado al vacío. El otro fue encontrado calcinado por los bomberos en el interior de la góndola. La foto y el gesto no tardó en hacerse viral.

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Atrapados por el fútbol

heysel-1Espectadores intentando escapar de la tragedia. Heysel. Bruselas. Eamonn McCabe. Fuente

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Solo hay un rostro fuera de la angustia en la terrible foto de Eamonn McCabe. Es el del caballero de la esquina inferior izquierda. El único que no está atrapado por la masa. El único que puede e intenta ayudar.

No se me ocurre muerte más terrible que por aplastamiento

Muchos niños vivimos por primera vez y en directo por televisión lo que era el infierno que contaba Dante Alighieri. Una tragedia narrada por los mismos que nos cantaban la fiesta de los goles. Niños atrapados, ancianos ahogados, hooligans llorando… Todo lo que no tocaba. A todos nos costaba respirar viendo aquello. Era la noche del 29 de mayo de 1985 en el estadio de Heysel, Bruselas. 39 personas murieron intentando soportar el peso de otra gente.

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El mejor amigo del perro

dogFoto de Bishop Marshall. Fuente

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Otoño de 1940. Londres está ‘iluminado’ por el relámpago más largo de la historia. 8 meses de intenso bombardeo de la Luftwaffe. Un golpetazo encima de la mesa del Führer que destruiría más de un millón de casas por toda la ciudad. La capital era tan solo un pedregal de escombros en la primavera del 41. Más de 50.000 cadáveres entre los cascotes de los históricos edificios victorianos. Las unidades de emergencia desbordadas no daban abasto. No había grandes grúas o equipo técnicos de rescate. Sólo músculo, intuición y… perros. Decenas de canes y mascotas atrapados con vida eran los mejores centinelas para sus amos, las sirenas que anunciaban gente con vida.

En la fotografía de Bishop Marshall uno de los que ladró durante 18 horas seguidas bajo los escombros junto a su dueño herido. Un guía, una sonda sonora para la Patrulla de rescate Air Raid (ARP). Ambos fueron rescatados con vida.

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Madres desesperadas

daily-news-crime-photos-yearsFuente

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19 de Marzo de 1942. Estados Unidos se encuentra inmerso en la Segunda Guerra mundial. Lo que empezó con la aprobación del Congreso de una ayuda de 50.000 millones a los 37 países aliados en el acta de Préstamo y Arriendo el 11 de marzo de 1941 acabó con una implicación absoluta en la Operación Torch en la campaña del Norte de África. Miles de norteamericanos fueron alistados para la guerra. La sociedad empezó a movilizarse pero el clima patriótico generalizado y alimentado por la propaganda gubernamental era, de vez en cuando, salpicado por pequeños episodios anti belicistas.

En la críptica imagen, la señora Edna Egbert está luchando contra los policías que han venido a salvarla de sí misma. Esa misma mañana había decidido encaramarse a la fachada del 497 en Dean Street, Brooklyn. Su intención era suicidarse… y tenía una razón.

Ocho meses antes la señora Edna Egbert había despedido a su hijo rumbo a un frente desconocido. Edna era una de esas miles de madres desesperadas que veían su vida familiar cercenada por una guerra a miles de kilómetros de distancia. En ocho meses de campaña no había recibido ninguna carta de su hijo o comunicación del ejército, por lo que supuso que había muerto… o no. Esta duda la llevó a la locura. Edna desarrolló una fobia a las autoridades, a la guerra y a la vida. No podía más.

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Agárrame la vida

16147732-mmmainUn bombero sujeta con una mano un niño salvado de las llamas. James «Ziggy» Sears. Fuente

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Todo ocurrió en una fracción de segundo y allí estaba el fotógrafo James «Ziggy» Sears para capturar el instante.

El 10 de noviembre de 1992 el teniente Christopher J. Reynolds acude al incendio de un edificio de cinco plantas en la calle Chestnut en Holyoke, Massachusetts. Todo está lleno de humo y es difícil buscar el foco del fuego.

En el último piso dos niños lanzan alaridos por una ventana entre toses y humos. Se están quemando vivos. El teniente y su equipo despliegan la escalera mecánica y alcanzan a las criaturas en pocos segundos. El espesor de la humareda crece con la angustia.

El niño de la fotografía, de 22 meses de edad, es Luis Arnaldo López. Había estado jugando con un mechero en su colchón y su hermana mayor intentó apagar la travesura con un bote de laca del pelo. Murieron sus otros tres hermanos.

La fotografía dio la vuelta al mundo el día siguiente. No fue una foto de salvamento más. Quizás el escenario escondido, entre la humareda. Quizás los protagonistas sin rostro… o la mano agarrando el tobillo en el centro de la composición…

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24 años encerrada por amor

9B5Blanche Monnier el día del final de su cautiverio. Fuente

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Con esa mirada recibió Blanche Monnier a los policías que abrieron por primera vez en un cuarto de siglo el zulo donde la tenía encerrada su madre. Nadie en Poitiers comprendía cómo aquella mujer rodeada de excrementos, basura y olvido había conseguido sobrevivir a tan terrible encierro.

Tenía 49 años de edad y pesaba sólo 25 kilos.

Blanche era una hermosa mujer que había decidido contraer matrimonio con su abogado en 1874, 25 años antes de la fotografía. Pero según su madre el linaje de amante no hacía sombra suficiente a la estirpe de los Monnier. Una familia muy respetada en toda ciudad. Presa de la envidia y embriagada de impotencia decidió encerrar a su hija en la alcoba más lúgubre y oscura de su mansión hasta que aquel amor desapareciera. No volvería a ver la luz hasta su rescate. Una carta de un vecino que sospechaba del abuso puso en alerta a las autoridades.

Blanche murió 10 años después en un hospital psiquiátrico sin poder rehacer su vida. Su madre falleció de un infarto cuando se destapó el caso.

…pero consiguió que no se casara con aquel abogado.

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En las puertas del infierno

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27 de enero de 1945. El mayor infierno creado por el hombre cierra sus puertas. Auschwitz, la fábrica de muerte, es liberado. Solo quedan 2819 supervivientes. A los liberadores soviéticos les costaba distinguir a vivos y muertos. La muerte estaba en el aire… literalmente. 6000 personas fueron cremadas todos los días en el corazón del infierno.

En la fotografía un militar sanitario de la ‘Armada Roja’ soviética examina a uno de los supervivientes que no puede ni sujetar su propio cuerpo. La mirada perdida, los huesos por encima de la piel, el pasado por encima de todo…

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Un ataúd de metal

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1 de junio de 1939. El infierno está ahora en el mar, cerca de los astilleros de Cammell Laird, Birkenhead; Inglaterra. 103 personas permanecen 18 horas encerradas en una caja de acero sellada a 49 metros bajo el agua. Nadie puede hacer nada. El aire se acaba y van durmiéndose para siempre poco a poco, uno tras otro. Fuera está lleno de imponentes e impotentes navíos intentando el rescate. Es la tragedia del submarino HMS Thetis de la ‘Royal Navy’. Una concatenación de errores de diseño y prisas en el paseo inaugural llevan a pique a aquella nave por inundar excesivamente la proa. Para cuando el capitán consigue reflotar parte del submarino (foto) la mayoría de la tripulación está ya asfixiada. Solo cuatro de ellos lograron renovar el aire de sus pulmones y sobrevivir a costa de inundar el compartimento de sus compañeros. Terrible historia.

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El hombre de negro

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4 de Mayo de 1952. Hay fotografías históricas con mensaje y carga de belleza brutal. Fotos que explican la realidad de todo un país. Un país sometido al ritmo económico de la guerra y del petróleo pero que también sucumbe ante él.

Noche cerrada en el Atlántico. La flota norteamericana está por las Azores de maniobras preparando el que siempre será ‘inminente ataque soviético’. El enorme portaaviones USS Wasp sale de entre la bruma para embestir al destructor dragaminas USS Hobson, 20 veces más pequeño y veterano de la Segunda Guerra Mundial. Lo parte por la mitad, literalmente y se hunde en el océano en tan solo cuatro minutos. 176 hombres pierden la vida en el incidente y 61 son rescatados. Entre ellos el hombre de la foto que dio su últimas brazadas entre el petróleo del depósito de combustible reventado.

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La sonrisa de la superviviente

z53rFoto de Yosuke Yamahata. Fuente

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10 de agosto de 1945. Nagasaki. Un día después de la Bomba atómica. El fotógrafo japonés Yosuke Yamahata tomó alrededor de un centenar de exposiciones durante el día después que documentaron la devastación de la ciudad. En una de ellas puede verse la inquietante sonrisa de una mujer que sobrevivió a la explosión y que abandona el refugio que le salvó del infierno. No hay vida en varios kilómetros a la redonda. Su sonrisa es, en el fondo, un agradecimiento a su suerte. Al fondo puede verse aún en pie la catedral Nakamachi.

Yamahata enfermó gravemente en 1965, en su cuadragésimo octavo cumpleaños y en el vigésimo aniversario del bombardeo de Hiroshima. Fue diagnosticado con cáncer terminal del duodeno, probablemente causada por los efectos residuales de la radiación recibidas durante aquella intensa jornada de trabajo.

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Superviviente por vocación

Fuente

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Otoño de 1952. Todo náufrago sueña con ser salvado aunque nadie elige vivir la pesadilla que ocasiona su salvamento. Todos menos el biólogo francés Dr. Alain Bombard (1924 – 2005). Un aventurero que diseñó y planificó minuciosamente su hazaña de supervivencia. La misión era estudiar y vivir en primera persona los problemas de un naufragio en alta mar para mejorar y garantizar nuevos procedimientos y estrategias de salvamento. Su trabajo de ayer ha condicionado los mecanismos de salvamento de hoy. Pero aquel fue una absoluta temeridad que, por supuesto, le convirtió en héroe nacional.

El 11 de agosto de 1952 Alain Bombard partió de Tánger en una zodiac de salvamento de 4,5 metros de eslora y típica de cualquier navío comercial dotada con una vela artesanal de 3 m2. El bote fue bautizado con el nombre de L’Heretique. La idea era cruzar el Atlántico en aquella minúscula embarcación sin agua potable, sin víveres… solo con sus manos y el L’Heretique. ¿Lo conseguiría?

En la foto Alain Bombard es rescatado a su llegada tras perder 25 kilos y ganar una terrible anemia que le llevaría al hospital. Consiguió cruzar el charco a base de comer plancton y beber jugo de peces y pequeñas cantidades de agua de mar. Tras la aventura declaró que lo peor no fue el hambre ni la sed (para los que tenía un plan) sino la terrible soledad.

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12 comentarios

  1. Buen articulo 🙂

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  2. Que imágenes que quedan plagada la historia de todos los sucesos que han pasado que muchos de nosotros ni se nos pasaban por la cabeza pero gracias a este blog por compartir la historia para que mucho nos demos cuenta de los que le ha tocado vivir a la humanidad a través de los tiempos

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  3. Que excelentes fotografías. muchísimas gracias por compartirlas!

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  4. Maria

     /  octubre 25, 2016

    Increíbles historias… Un ataúd de metal. Buen artículo.

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  5. Estremecedoras

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  6. MissWilde

     /  junio 30, 2015

    Muy interesante artículo, pero debe haber un error aquí:

    ‘Tenía 49 años de edad y pesaba sólo 55 kilos.’

    55 kilos no es un peso extraño para una mujer, y de hecho, dentro de una estatura media, no se considera ni siquiera delgadez (yo miedo 1’63, peso 52 kilos, y no soy ni estoy delgada ni soy rellenita)

    En caso de que los datos sean fiables, sus condiciones de vida serían horribles, pero en cuanto al peso, el adverbio ‘sólo’ no vendría a cuento.

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  7. Reblogueó esto en Desde mi mentey comentado:
    fotografías que impactan, historias que deben de ser contadas

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  8. La foto de Auschwitz, ¿no es un tanto extraña? Las caras de los oficiales sovieticos y de alguno de los personajes de detrás parecen más un dibujo que una fotografía.

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    • La foto está (mal) retocada seguro. Se hacia mucho antes para restaurarlas… Se nota en las gafas del oficial…

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  1. ¡Sálvame! Fotografías en la frontera de la vida

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