Cuando un ateo y un cristiano se encuentran por Navidad


Las cenas familiares navideñas ilustran el mejor mestizaje ideológico de la porfía rancia española. Linajes completos -con algún cuñado postizo- nos reunimos una y otra vez, entorno a una orgía de viandas, para reivindicar nuestros lazos genéticos mientras procesamos doctrinas incompatibles. El rito cristiano se asume como universal en esta sana pluralidad ideológica pero: ¿Os atreveríais a hacer el brindis por Richard Dawkins mientras la abuela levanta el rosario? ¿Es posible un debate conciliador de sobremesa? Vamos a intentarlo.

Panfleto ateísta. Viñeta de Dan Piraro. Vía

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Para recrear este encuentro he invitado al blog a conversar a uno de los cristianos más ortodoxos del panorama periodístico español. Don Alberto ArteroAlias McCoy– director adjunto del diario El Confidencial, director del suplemento financiero Cotizalia, autor del blog ‘Valor Añadido y director de Titania Compañia Editorial -editora de El Confidencial– …¡un mindundi vamos!. El señor McCoy -licenciado en el ICADE y  al que estaré eternamente agradecido- se moverá por los caminos de la ortodoxia católica más moderna y acérrima. Un servidor tratará de ponerse en el papel del cuñado ateo, impío y postizo; convidado de piedra en la cena y ateo vocacional, intentaré velar por los honores del escepticismo más radical.

Manoseando las peladillas recicladas, con el mantel ya deslustrado, sembrado de migas y manchado de vino por la eterna y más divina de las sobremesas nos disponemos a alimentar, desde el respeto, la tolerancia y de manera absolutamente informal, uno de los debates más antiguos y manidos que se recuerdan ¿Te apuntas?

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El debate

…Soy ateo indulgente por evolución lógica. Nací agnóstico, como todo el mundo, y fui cultivado involuntariamente en el cristianismo más ortodoxo de los curas caza talentos. Con la madurez que da la educación libre extraescolar, elegí la puerta del escepticismo radical pero siempre desde esa tolerancia cuya ausencia continuamente nos reprocháis. Prueba de ello es que, dentro de unas semanas, bautizaré a mi tercer hijo bajo un rito impuesto en el que no creo. Hay personas en mi familia que acabarían infartadas si no lo hago, pasándose por el forro de sus caprichos ideológicos, todos mis respetables principios. Pero yo les quiero a rabiar, y jamás les haría ningún daño. Dime Alberto ¿Quien es entonces el intolerante?

Dios es un Hoax. Viñeta original de JRmora


Creo que es un error tomar la parte por el todo. En todas partes cuecen habas y hay gente de diferente talante. Sinceramente, tu propia argumentación me lleva a pensar que la Iglesia, si de algo peca, es de tolerante como prueba el hecho de que un ateo convencido como tú pueda bautizar a su hijo sin siquiera someterse a una mínima catequesis preliminar. Te recuerdo que el rito recoge la voluntad de los padres de educar al niño en la fe católica. No hay un juicio previo sobre tu persona como no lo hay sobre cualquiera que quiera acercarse a una casa que es la de todos.

Me hace gracia que vincules tolerancia con daño. No conozco a muchos católicos que vayan aporreando a agnósticos o ateos por las calles, sinceramente. Tampoco creo que haya un daño moral por tratar de poner en práctica una moral cuyo principio máximo es el otro, que está en la base de cualquier relación amorosa. Sin embargo, sí que veo ataques al sentimiento religioso sobre los que la Iglesia y sus fieles no se pronuncian: viñetas jocosas sobre Dios o los curas, desfiles con caricaturizaciones obscenas, uso indebido del signo de la cruz. Elementos todos ellos que en otros lares acabarían con la cabeza de sus autores rodando por el suelo. Esa sea quizá la manera actual de poner la otra mejilla. Si hay intolerancia como regla, que lo dudo, no está en el bando creyente. Te lo aseguro.

Viñeta de Manel Fontdevilla

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¿Tolerante porque me permiten bautizar a mi hijo sin catequesis preliminar? Perdona amigo, pero la iglesia, dentro de su interesada política de expansión, no se puede permitir hoy el lujo de censurar nuevos fichajes, aunque éstos sean del bando enemigo ¿Dónde está la coherencia? Los seminarios se vacían al ritmo frenético de las pérdidas vocacionales. Ya no podéis cultivar la evangelización del miedo a lo desconocido a cambio de panes, peces o cuidados intensivos. Ahora el acceso a la información es mayor y los canales sectarios más restringidos se desmontan fácilmente desde el escepticismo. Hay ONG’s y asociaciones laicas libres del pensamiento dogmático que hacen la parte respetable de vuestro trabajo sin ritos ni interés por perpetuarse. Ahora podemos elegir lo que pensamos, a quién ayudamos y hacerlo en libertad. Esa es la intolerancia que reprocho, aquella que durante siglos y mediante instrumentos evangelizadores rancios, ha impedido el desarrollo doctrinal autóctono a cambio de bienes y actos de primera necesidad.. chantajeando emocionalmente al sometido; ya sea indio, negrito africano o niño inmaduro europeo. El guión es insuperable, el método basado en el amor y la ayuda; impecable y exitoso. El cuento perfecto. Por algo lo llaman «La historia más grande jamás contada«.

Pero creo que el esquema cristiano ya no vende como hace 50 años y se sustenta por el patrimonio, la fuerza de su lobby y la penetración histórica de sus ritos; léase Navidad, fiestas de guardar y cancionero libre de derechos. La religión siempre ha sido la excusa del inconsciente, la coartada vital o atajo de fe del que no encuentra respuestas fáciles a preguntas trascendentes. Pero es que la vida está llena de preguntas sin respuestas y yo no necesito un ‘superhéroe’ para responderlas. Lo siento, pero me niego a prostituir mis credenciales mundanas por el legado creacionista y divino de tu iglesia.

Los ateos, además, no estamos organizados, no tenemos una multinacional jerárquica y evangelizadora que vele, ante todo, por su patrimonio ideológico y material. Aporreamos desde el sentido común -y no desde el divino- para ejercer nuestro derecho al libre pensamiento. Todo lo demás es agrandar la mitomanía mártir que alimenta vuestro discurso de enfrentamiento.

El pescador. Viñeta original de Alberto Montt.

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Me encantan que ambos compartamos un principio común: el de la libertad. La que tú tienes para no creer y la que yo tengo para hacerlo. Mi decisión, como comprenderás, es meditada. No es el resultado de una herencia social o de una imposición paterna. Si fuera así no podría enfrentarme a un diálogo como éste. Caería en la retórica de los tópicos, algo siempre pobre argumentalmente. Si soy católico es porque así lo he elegido y te garantizo que, pese a que tal decisión puede aparentemente traer más servidumbres que beneficios, ocurre exactamente lo contrario. Al final la libertad no es tener mil caminos para elegir en la vida (lo que al final puede generar angustia) sino, creyendo saber el camino correcto, tomar las decisiones adecuadas para no salirse del mismo. Es lo mismo que hace cualquiera que opta por un objetivo vital. No estoy descubriendo la pólvora.


Siempre he contemplado mi fe en términos de experiencia, aunque racionalmente se pueda llegar a ella. Hay un límite a nuestro razonamiento que no se puede explicar científicamente y donde cabe la figura de Dios. Sin embargo, no es mi caso. Hace tiempo que me planteé el absurdo del contenido de las Escrituras o del hecho que Dios esté aparentemente en una cajita esperando que vengamos los hombres a pegarle un bocado. Sin embargo, cuando uno busca aplicar el mensaje que aquellas encierran o convierte lo intangible en una relación, todo cobra un sentido. Obviamente para el que no está abierto a la trascendencia, resulta imposible encontrarla.

Dicho esto, frente a tu discurso demoledor sobre la obra de la Iglesia, me encantaría recordarte el papel que juega en la actualidad Cáritas que es diocesana y por tanto dependiente de la Jerarquía Católica, o el resto de los comedores asistidos por órdenes Religiosas de todo tipo: desde los Hermanos de San Juan de Dios pasando por las Hermanitas de los Pobres o las Misioneras de la Caridad que son las que atienden, como su propio lema indica, a los pobres de los pobres. O la Comunidad de San Egidio que todas las noches reparte comidas por las calles de algunas ciudades españolas. Cuando nadie se preocupa de los más desheredados en el mundo, siempre aparece un religioso por ahí rondando. ¿Qué gana la Iglesia de todos estos pobres?, ¿crees de verdad que en los que no tienen nada la Iglesia ejerce un chantaje emocional?

Publicistas de la Nada. Viñeta original de JRMora.

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Dices que el exceso de libertad y de opciones vitales pueden generar angustia cuando a mi sólo me producen placer y satisfacción. La angustia me viene del tiempo perdido por tener que reciclar mis principios en mitad de una opción que yo no elegí. Sin embargo, tú dices luchar continuamente por no salirte del camino que crees correcto, como si tuvieras que rendir cuentas a alguien o a algo. Ahí está, para mi, la clave. El católico es tan honesto en su doctrina que se flagela constantemente en la utopía de sus altruistas objetivos. La instrumentalización del amor  y el pecado para alcanzar la salvación personal no es irreprochable, aunque muy efectiva y contagiosa. Invididualiza el mismo principio de acción que otros mecanismos religiosos reprobables como la «Guerra Santa» islámica; extorsionando conciencias aunque sea dentro de valores estrictamente éticos e individuales. Pero sigue siendo un salvoconducto doctrinal y sospechoso que además utiliza, para alcanzar la liberación, muchos valores mezquinos propios del ‘rebaño jerárquico’ que debe rendir cuentas a su creador: la abnegación, el sacrificio y la penitencia, la compasión, la constricción, etc…

Respecto al principio de libertad que compartimos deben vincularse excepciones. Libertad hasta que la pastoral cristiana choca con los principios laicos vigentes y aprobados democráticamente en el marco de un Estado aconfesional. Libertad hasta que el discurso del lobby católico pro-vida-celular arremete contra el derecho irrenunciable de una futura madre a tener una maternidad consciente cerrando los ojos al verdadero problema del aborto. Libertad hasta que la sexualidad natural, mal entendida y encarcelada entre hábitos casposos, se rebela y ceba con los más débiles. Libertad hasta oír, de la cadena amiga, el discurso absurdo de la manicura africana para desprestigiar el uso de preservativos en el continente vecino. El laicismo huye del proselitismo y no intenta inmortalizar sus principios a costa de libertades ajenas. Puedes creer en tu Dios, puedes vender tu futuro al mismísimo Diablo si quieres. Tendrás mis respetos; pero no pretendas que apruebe tus dogmas si con ellos coartas los derechos del prójimo.

Las camareras de muchos de esos necesarios comedores llevan hábitos, e invitan a rezar a Dios ‘antes’ de almorzar mientras consuelan tu desgracia bajo la atenta mirada del omnipresente crucifijo. La escenografía perfecta para conminarte a la reflexión personal. Aunque no todas las obras sociales sean así no hay ninguna que se escabulla de algún tipo de adoctrinamiento. Cáritas no es una ONG y su primera misión es evangelizar –no lo digo yo-, pervirtiendo el amor y su estupenda e innegable labor social bajo el prisma del proselitismo encubierto. Me da igual a qué escala. Para jugar con el dinero y la compasión ajena no basta con ser independiente, también hay que parecerlo. Por eso nacieron las ONG, emancipadas del Estado y de cualquier marco ideológico.

Evolución cristiana. Viñeta original de Don Addis.

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Tal y como te comentaba en mi anterior respuesta, la experiencia cristiana sólo se puede entender en términos de relación. Todos estos mandamientos se resumen en dos: amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo. Sin ese condicionante básico, todos tus reproches son legítimos y el sentimiento religioso se convierte en un compendio asfixiante de normas que hay que cumplir bajo la amenaza de un castigo eterno. Dios mío, qué tragedia vivir así. En una experiencia de amor es en la que se entiende el concepto de libertad, ya que uno toma sus decisiones no en función de su apetencia sino de la mano de la felicidad que desea en el ser amado y que, a su vez, le hace más feliz. Como ocurre en el noviazgo, el matrimonio o la relación con los propios hijos. Como bien sabes el placer y la satisfacción a los que aludes se agotan en sí mismos y siempre piden una reposición. Para mí, sería angustioso vivir así.

Evidentemente vivimos en un estado aconfesional. Pero hay que hacer dos precisiones. Una, lo que elige la mayoría no tiene por qué ser necesariamente lo mejor para la sociedad. Hay ejemplos en la Historia para aburrir. El derecho natural recibe tal nombre porque reúne los elementos básicos de convivencia que garantizan la subsistencia de la especie: perpetuación y aprendizaje. Cuando el derecho positivo pasa por encima, la sociedad está yendo contra tales principios esenciales. Dos, el discurso de la Iglesia, como ocurría ya en tiempos de Cristo, va dirigido a sus feligreses como palabra de aliento y a la sociedad en general como denuncia. Gracias a Dios, y lo digo conscientemente, los tiempos de identificación entre Iglesia y Estado han pasado a mejor vida. En ese ámbito es en el que hay que entenderlo. No estoy de acuerdo en que el laicismo no haga proselitismo. De hecho lo hace de un modo negativista, esto es: negando la capacidad de la Iglesia de emitir su opinión en el marco antes mencionado.

Dos reflexiones finales antes de ceder el turno. Arribar a las manidas y subrayadas costas del uso del preservativo como argumento de reproche fundamental a la Iglesia no deja de ser excesivamente simplista. Por dos motivos. Primero, si alguno cree que la apertura de las puertas del Cielo va a depender del uso o no de un preservativo es que no ha entendido nada. Si se trata de coger el nabo por las hojas pero resulta extraordinariamente frustrante, devalúa la conversación. Dios juzga las intenciones, no las acciones al contrario que la justicia terrena. No vale el oficialismo, insisto, como en cualquier otra relación: tiene un recorrido muy corto. Segundo, como cualquier otra organización la Iglesia establece un marco de referencia al que se circunscribe la actuación de sus fieles. Es inevitable que así lo haga dado su alcance global. Tengo cinco hijos, el mayor de ocho años. Entenderás que en mi ámbito religioso he tenido muchas conversaciones sobre paternidad responsable. Te puedo garantizar que la Iglesia respeta y protege la casuística individual más allá de los que son ajenos a su realidad puedan creer.

Queda, por último, la cuestión de la intencionalidad o no de las organizaciones caritativas cristianas. Mientras la gente que desarrolla esta actividad señala a la luna de las personas a las que atiende, algunos prefieren quedarse mirando el dedo. La labor que realizan está sustancialmente por encima de cualquier intencionalidad aviesa. Claro que Cáritas es diocesana y su fundamentación es católica. Pero ¿de verdad crees que importa a la gente que acude a sus comedores, que les perciben como una amenaza para su libertad? O por ponerte un ejemplo aún más radical. Cuando la Madre Teresa de Calcuta elige ayudar a los pobres entre los pobres, atendiendo a los desheredados de la Tierra, con independencia de su adhesión a Roma, ¿piensas de verdad que los que no habían tenido nada pensaba que los que vivían sin nada y aún así les ayudaban estaban tratando de sacar partido de ellos?

El Descendimiento. Viñeta Original de JM Nieto.

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Barrunto, por tus reflexiones, la corriente diocesana menos ortodoxa. La que basa su autoindulgencia y perdón en la libre y personal interpretación del espíritu más dogmático, librándose de las -según tú- ‘simplistas falacias antieclesiales’ con argumentos tan casuísticos como egoístas. Es curioso como este razonamiento de la ‘interpretación teológica a medida’ es propio de la facción más cultivada y con mejor acceso a la información de tu iglesia, la misma que no hace nada luego por reprochar y escindirse de la parte rancia y poderosa. ¿Estás seguro que todas las ovejas del rebaño hacen, como tú, una ‘exégesis’ libre fuera de manuales bíblicos legítimos? ¿Si el oficialismo es sólo un ‘marco de referencia para sus fieles’ por qué existe la amenaza de excomunión? ¿Si el discurso de la iglesia es una mera denuncia a la sociedad, por que tanto interés en imponer criterios a los legisladores?

No hay nada que hacer, ni pienso discutir con los ‘adictos a la metafísica de fe’. Ese es el triunfo de mi ‘Razón’ y mi ‘Experiencia’. Por eso me centro en la proyección social de tu doctrina: la Iglesia. Aquella que ha rehuido, desde siempre, revisar sus obsoletos criterios para adaptarse a la modernidad de la misma forma que han hecho la ciencia, la medicina, la cultura e incluso la política. Esta renuncia, cargada de intransigencia en los temas que más agobian a la opinión pública, construyen un universo paralelo y alejadísimo de la sociedad real y sólo sustentado y alimentado por su propia jerarquía y los movimientos individuales de fe.

Aún así, me ha enriquecido poder charlar con un ‘cristiano moderado’. Es como mirarse al espejo del pasado y descubrir que el camino está bien ‘desandado’, reafirmando lo que ya medité, en soledad, más de una vez. Reconozco mi irreverencia en la propuesta como tu valentía en aceptarla, lo que ennoblece tu criterio.. al fin y al cabo compartimos el mutuo aprecio, sin que obre ningún Dios de por medio…claro.

Un saludo, Alberto, y hasta siempre.

Criaturitas. Viñeta original de Manel Fontdevilla

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Bueno, yo creo que estoy, por el contrario, en la corriente diocesana más ortodoxa. Sería completamente absurdo que en una institución cuyo fundamento es el amor, no hubiera comprensión suficiente con cada circunstancia personal. De ahí que sea más importante la intención que el acto y de ahí que, en mi modesta opinión, el “fraude de fe” que consiste en el cumplimiento de la norma ausente de cualquier referencia caritativa sea censurable no sólo por la actitud en sí sino por el descrédito que produce sobre la propia Iglesia. Desgraciadamente es una herencia que hemos recibido de otras épocas y que estamos llamados a superar. Los cristianos por tradición nunca han cambiado el mundo a mejor. Los cristianos por convicción sí. Pensar que por hablar de un preservativo estoy haciendo exégesis fuera de manuales es tenerme en un muy alto concepto, cosa que te agradezco. Pero, vamos, sólo estoy aplicando el sentido común en términos de relación. No hay interpretaciones teológicas a medida. Ya me gustaría…

Me encantan los clichés que se han ido consolidando a lo largo del tiempo, como ese de la Iglesia rancia y poderosa a la que aludes. Me encantaría saber, lo dejaremos para otra ocasión, dónde se encuentra para ti el límite. Me encantaría que conocieras la vida de Juan Pablo II, guardián de la ortodoxia más retrógrada, según algunos. Mira lo que hizo este hombre durante toda su vida. ¿Cuándo el cordero tomó la piel de lobo?, ¿por el hecho de ser primero obispo y después Papa? No hombre no. Creo que los del este del Muro de Berlín tienen mucho que agradecerle. Al final hay que comprender la naturaleza de una organización como la Iglesia, depositaria de la fe y la tradición, y el papel que ha de jugar en la sociedad actual. Sería imposible asegurar su subsistencia sin gente que velara por la ortodoxia. Entrar a nivel oficial en casuísticas individuales o colectivas sería el principio de su fin.


Igualmente me hace gracia el debate de la excomunión. Vamos a ver, la gente se excomulga sola y lo único que hace la Iglesia es constatarlo. Separar la excomunión del concepto de pecado, esto es de rechazo voluntario a Dios en mi vida provoca este tipo de debates absurdos. Hay excomunión porque hay previamente un pecado tan voluntario y tan grave que pone de manifiesto el deseo del que lo comete de alejarse de la fe católica. Es su decisión. Nadie lo obliga a ello. Salvo que sus principios tengan la misma firmeza que una veleta o ponga por delante lo conveniente frente a lo permanente. Y cuando tiene una dimensión pública tal alejamiento, lo lógico es que tenga un procedimiento especial el arrepentimiento. Dicho esto, toda denuncia tiene por objeto que se evite lo denunciado. Por tanto no creo que haya margen para el debate entre denuncia e imposición. Sin embargo sí que es cierto que la insistencia es directamente proporcional al riesgo que para la sociedad la Iglesia percibe en determinadas decisiones políticas. Si ves que un coche va hacia un precipicio, gritarás tanto como puedas para evitarlo. Pero tú no llevas el volante.

Muy interesante tu reflexión final porque es precisamente la razón (saber que hay un límite a partir del cual no hay una explicación racional para mi existencia y su sentido) y la experiencia (como relación) las que me llevan a creer. Como ves no estamos tan lejos. Sólo concluir con una reflexión final. Lo moderno no es necesariamente lo mejor como ya denunciara Chaplin hace 70 años. Siempre he asociado progreso con avance y mejora. Desde ese punto de vista la Iglesia es progresista: defiende la vida del que no ha nacido (frente a la voluntad, caprichosa en ocasiones, de la mujer), cree en el valor hereditario del matrimonio a través de la paternidad responsable (frente al hedonismo del que prefiere acumular riquezas o experiencias al sacrificio de criar hijos), en el respeto por los mayores frente a las prácticas eutanásicas y así sucesivamente. Cultura de vida frente a cultura de muerte.

Te agradezco enormemente la oportunidad que me has brindado. Lo importante, como bien dices, es que la postura que se adopte sea consecuencia de una reflexión e invite a una acción. No obstante, he de confesarte que guardo un as final en la manga: rezaré por ti, por ese niño que vas a bautizar y por todos los que te rodean. No te asustes, es parte de un diálogo menos frecuente del que me gustaría con ese Dios que desconoces en su fondo y te espanta en sus formas más formales, valga la redundancia. Y lo haré como siempre: sin esperar nada a cambio, desde el agradecimiento y sabiendo que… para El nada hay imposible.

Con todo mi cariño.

House. Fuente original

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Epílogo

Esta sobremesa ‘epistular’ duró casi tres semanas de intercambio de correos y pareceres entre Alberto Artero y un servidor. La idea surge tras varios ‘twitteos’ polémicos durante las manifestaciones pro-vida-celular de Madrid de hace unas semanas y tras canjear también, opiniones  antagónicas en el caso Agel. Quiero agradecer públicamente el sometimiento -con alevosía y en campo contrario- al que se ha entregado sin discusión ni prebenda alguna y os pido seriedad y respeto en el debate. Gracias también a @JRMora y @Ondasolitaria por ayudarme con la recopilación de viñetas. No es fácil encontrar humor anti ateo.

Un último mensaje al señor Artero:

Según aprendí en mi época esclava, el rezo es un acto de constricción privado y reflexivo excepto en liturgia comunitaria. Como dar limosna al pobre, no debe ser publicitado. El envanecimiento del rezo para con el prójimo y, sobre todo,  su expresión pública; muestra cierta soberbia autocomplaciente y vuelve al chantaje emocional del que tanto te he hablado. Hubiera preferido que, en vez del rezo personal dirigido, utilizases un instrumento imparcial para purgar mi supuesta condena ¿qué tal unas cañas?

Saludos

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