Nunca dejes al alcance de un chatarrero el viejo equipo de radioterapia


Leide das Neves Ferreira es, probablemente, la única niña de la historia que se ha merendado un bocadillo de Cesio 137. Fascinada por el polvo azul luminiscente, untó además todo su cuerpo con el elemento radiactivo en presencia de su madre y poco después de que su padre comprase el polvo mágico a unos conocidos chatarreros. Leide y familiares descansan hoy en ataúdes de plomo tras morir y desencadenar un caos monumental en la ciudad brasileña de Goiania. La revista Time calificó el incidente nuclear como uno de los peores de la historia.

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Leide das Neves Ferreira al lado de una de las máquinas como la desguazada. Fuente, 2

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El 13 de septiembre de 1987, Roberto dos Santos Alves y Wagner Mota Pereira, dos chatarreros a tiempo parcial de la ciudad brasileña, entraron en el edificio abandonado del Instituto de Radioterapia de Goiania, buscando morralla y metal para vender a buen precio. Con una de sus viejas carretillas consiguieron recopilar más de 600 kg de plomo y acero; fundamentalmente extraídos de una de las máquinas de teleterapia de la clínica, que también se llevaron. Sin saberlo estaban desmembrando un peligroso equipo radiológico cargado de cloruro de cesio.

Mano de uno de los chatarreros afectados con un de las irradiaciones de la cápsula. Fuente (pdf)

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Los chatarreros empujaron la pesada carretilla hasta la casa de Santos Alves, y así poder desmenuzar con tiempo su botín. Nada hacía presagiar a los incautos que esos 600 metros de recorrido iban a ser levantados —literalmente— por decenas de excavadoras unas semanas más tarde, para filtrar y limpiar hasta el último gramo de tierra contaminada.

Una vez allí y a golpe de martillo, fragmentaron todo el equipamiento para poder clasificar el material. Un pequeño cilindro —del tamaño de un dedal— se desprendió de la máquina. Era la cápsula del componente radiactivo. Un robusto tubo de plomo y acero que contenía la fuente. Ésta giraba libremente dentro del dedal y sólo irradiaba y emitía luz cuando coincidía con una pequeña ventana de iridio del cerramiento exterior. Un pequeño farol ‘eterno’ a modo de juguete divertido y peligroso.

Zona Cero y procesos de descontaminación. Fuente (pdf)

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Ambos intentaron abrir el cilindro para sacar lo que creían eran unos gramos de pólvora antes de desistir y vendérselo a su compañero y tío de la niña. Esto les salvó la vida. Devair Alves Ferreira consiguió romper la cobertura de la cápsula para sacar el polvo azul. Tenía una idea en la cabeza. Intentar fabricar el anillo más fascinante y mágico que nunca habría visto su mujer. Convocó a todo el vecindario para jugar y tocar la piedra y los polvos fluorescentes que de ella se desprendían. El padre de Leide se tatuó una cruz en el abdomen con la piedra. Otros se maquillaron la cara con pinturas luminosas ‘de guerra’ o esparcieron el polvo por los corrales para el jolgorio animal. Su sobrina jugó con los polvos mientras merendaba su bocadillo, aquella fatídica noche…

Dos días después comenzaron los problemas. Los dos chatarreros empezaron a vomitar cruelmente entre estertores febriles, achacando los síntomas a una mala digestión. Acabaron en el hospital en la sección de enfermedades tropicales. Pronto se dieron cuenta en el barrio que algo no funcionaba. Más de 600 personas estuvieron en contacto directo con el cesio antes de que la tía de Leide barruntara una relación directa entre la piedra mágica y los cuerpos hinchados y literalmente llenos de quemaduras de sus amigos y familiares.

Imagen del cementerio nuclear de Goiania con los contenedores de material contaminado. Fuente

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Dentro de la funesta cadena de determinaciones erróneas, la señora Gabriela Maria Ferreira decidió llevar la piedra para que la examinara la máxima autoridad sanitaria de su barrio: el veterinario. Ante las sospechas, éste decidió aconsejar que se trasladara con la piedrecita y sus polvitos al hospital de la ciudad. Gabriela metió el cesio en una bolsita de plástico y cogió un abarrotado autobús de línea hasta el hospital municipal. Todo este operativo sería más tarde imitado y ensayado por las autoridades en el estadio olímpico de la Goianía para intentar establecer un protocolo de aislamiento de los contaminados y estudiar el recorrido de la sustancia en su fatal viaje. Allí acudieron cientos de personas para ducharse y descontaminarse.

Al llegar al hospital, la señora Gabriela soltó encima de la mesa del doctor Paulo Roberto Monteiro el Cesio 137. Paulo sospechó su procedencia y lo llevó inmediatamente metido en un saco a una zona sin gente, dejándolo todo en una silla en el centro del patio trasero. Una vez identificado se evacuó el hospital y se procedió a su retirada. Para ello una grúa descolgó una tubería gigante sobre la silla y los restos radiactivos. Luego se derramó una tonelada de hormigón sobre el conjunto para poder extraerlo completo y de una sola pieza. Gabriela falleció en ese mismo hospital el 23 de octubre.

Restos del Cesio 137 y la cápsula de iridio sobre la silla del Hospital Municipal. Fuente

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Inicialmente murieron cuatro personas por síndrome de radiación aguda, y otras cuatro en los siguientes cuatro años. 5000 personas vivían en el área de riesgo, pero el operativo estableció que sólo 600 fueron víctimas de una radiación excesiva; por encima de los 0,3 Sv. Sin embargo, el llamado ‘estrés crónico’ afecta a toda la ciudad desde entonces, impregnada del miedo y la ignorancia a las consecuencias de aquella maldita radiación. Hasta ese fatídico día, nadie sabía lo que significaba la palabra radiactividad en aquel pequeño barrio de Goiania. El miedo trajo la falsa crisis; el comercio descendió un 60% en la ciudad. Nadie quería salir a comprar ropas ni alimentos por temor a contaminarse. En el entierro de las víctimas, los ataúdes de plomo fueron apedreados por la multitud, en protesta por la cercanía del sepelio a sus viviendas. Varias manzanas de la ciudad fueron literalmente demolidas y convertidas en escombros, que todavía permanecen amontonados en un depósito a ‘cielo abierto’ y a 18 kilómetros de la ciudad. Una fundación con el nombre de Leide recuerda y vela todavía por los derechos de los más afectados.

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The Goiania Incident

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El accidente destapó el caos y descontrol en la delegación que vigila las dosis radiactivas de los componentes radiológicos. Como prueba, más del 40% de las consultas de control anuales a clínicas y centros quedaban sin contestar. La comisión de energía nuclear brasileña (CNEN) no recibió ninguna notificación tampoco del cambio de propietario o demolición de las máquinas de aquella clínica, según la licencia concedida en 1971. El cesio llevaba 3 años abandonado allí hasta su robo. Por lo tanto, se estableció que la responsabilidad en los homicidios por negligencia recaía sobre los tres médicos que gestionaban las máquinas. Pero como el accidente ocurrió antes de la promulgación de la Constitución Federal del 88, los médicos no pudieron ser declarados responsables al no ser los compradores ‘reales’ del equipamiento. Hoy viven ejerciendo la misma actividad cerca de los afectados por el ‘estrés crónico’ derivado del incidente.

Fuentes:

La referencia a la historia la encontré, de casualidad, en un enlace al blog. Otras fuentes consultadas:

Si te ha interesado esta entrada, no deberías perderte:

-Las chicas radiactivas

-Petróleo para nosotros, crudo para ellos

-El hombre que atravesó una montaña.

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35 comentarios

  1. Benjamin

     /  febrero 27, 2016

    Llegue aquí por una noticia relacionada con una maquina de radioterapia y un incidente ocurrido en Zaragoza en 1994.
    Creo que la culpa es de ambas partes excepto de la niña. Los responsables del centro tienen la obligación de asegurar que los equipos peligrosos y especialmente sensibles deben estar a la orden y convenientemente supervidados. También podría ocurir que la capsula de cesio se derramara por corrosión y contaminase la zona (lo cual seria claramete culpa de los propietarios) pero no olvidemos que hay una comisión nacional que regula estos equipos. y puesto que tienen revisiones periódicas, tendrían que preguntarse e interesarse si una clínica cierra que a sido del equipo. Los pobres diablos de los chatarreros apesar de no tener porque saber que era la maquina, no dejaban de estar robando en una propiedad privada. con lo cual creo que todos son responsables de 6 homicidios imprudentes.
    Algo muy parecido ocurre en Rusia, y sus famosas baterías termoiónicas por radioisotopo. que se fabricaron durante la epoca sovietica y de las que la mitad anda esparcidad por sabe dios donde.

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  2. jose

     /  enero 21, 2013

    JAJAJAJAJAJAJAJAA! bocata de Cesio! pero que peña tio…xD

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  3. Sara Absinthium

     /  octubre 3, 2012

    Mi opinion es que la neglicencia fue por los chatarreros, en primer lugar ellos estan entrando en un lugar que no les pertenece, da igual que esté o no abandonado, NO es suyo y roban (porque nadie les manda a ir allí) las instalaciones por sacar un beneficio económico, esto es como los ladrones de cobre ; exactamente lo mismo, más de uno ha muerto al recibir una descarga eléctrica desmantelando cables eléctricos en instalaciones abandonadas que sorprendentemente todavía seguía conectada la red eléctrica y luego encima la culpa recae en las empresas por negligencia ?
    Cerca de barcelona hubo un caso así de un menor gitano que murió en una fábrica abandonada porque robaba cobre y encima demandaron a la empresa.

    En mi opinión : Estas personas no habrían muerto si no hubiesen robado lo que no es suyo, al igual que toda ésta gente tampoco habria muerto ni su pueblo habría sido contaminado con radiacion si éstos señores hubiesen tenido las manos quietecitas.

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  4. Yahir

     /  septiembre 7, 2010

    Que horror el sólo pensar en cuanta negligencia existe por parte de las personas que simplemente dejan los aparatos ahí pensando (porque quiero creer que piensan) que nada malo podría suceder con una máquina llena de material radioactivo, y como van las cosas, no dudo que ese triste suceso se vuelva a repetir tarde o temprano.

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  5. Woo que historia =O

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  6. Muy buen blog te dejoel mio Robniger@yahoo.com.ar

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  7. poda-k

     /  agosto 27, 2010

    Tal vez no debería decírtelo porque la novela en sí no es mala, es rencorosa, pero en «Waslala» de Gioconda Belli (Emecé, Barcelona, 1996) se hace eco _ de pasada _ de este suceso. Obviamente sin el rigor ni el interés que tú le das. Por eso digo que tal vez no debería decírtelo, por si caes en la tentación de leerlo. Te mereces mucho más. Me encanta tu página y la leo siempre.
    Un abrazo:
    Fernando

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  8. Joder, tengo un sabor metalico en la boca desde que he leido la entrada que no se como demonios me voy a quitar…
    Que barbaridad!!!

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  9. quimico

     /  agosto 20, 2010

    la culpa es de ambos, los que lo dejaron ahi para que cualquiera se lo lleve y de los que se dedican a hacer el tonto con algo que no saben ni lo que es

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  10. que barbaridad…

    pobre gente

    saludos, visita mi blog y dame tu opinion…

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    • Longui

       /  agosto 16, 2010

      Excelente, Gracias por la información. A saber lo que nos cae por ahí sin saberlo.
      Saludos

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  11. Rigo

     /  agosto 12, 2010

    Excelente post, un recordatorio más sobre los peligros del mal manejo de materiales peligrosos.

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  12. LA CULPA DE LA GENTE QUE LO DEJO ABANDONADO EN AQUEL LUGAR, LOS CHTARREROS ESTABAN HACIENDO SU TRABAJO, RECOGER CHATARRA

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  13. joselito

     /  agosto 11, 2010

    Algo parecido ocurrió en México. Un camión cargado de jaulas para pájaros hizo saltar todas las alarmas de radiactividad en USA, cerca de un almacén nuclear (los sensores estaban para asegurar que no se robaban nada de ese almacén). Empezaron a investigar y dieron con la fuente de radiactividad. Esas jaulas se habían hecho a partir de los materiales de unos chatarreros que habían conseguido una maquina de rayos X de un dentista. Hicieron una investigación para ver a que mas sitios había podido llegar el contaminante radioactivo. Entre los sitios fueron detectados en la forja de las columnas de hormigón de unos edificios de apartamentos en la localidad de San Felipe, Estado de Baja California. Se demolieron y enterraron y actualmente esta cerrado el acceso a la zona. Hubo varios muertos, entre ellos los chatarreros y el camionero.
    Excelente aportación el vídeo de Ruben Blades. Kurioso, creo que deberías ponerlo en la entrada original.

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  14. buena historia. también… difícil que un ciudadano común y corriente sepa lo que es el Cesio. mucho menos que lo reconozca de vista pues hijo… eeen fin, terrible accidente. a ver si me ilustras un poco con detalles de Chernobyl uno de estos días.

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  15. lxsplk

     /  agosto 10, 2010

    Buenisimo el blog, la verdad que me gusta mucho y es muy completo, espero que puedas pasarte por el mio, donde podras encontrar tutoriales sobre computacion, las mejores noticias tecnologicas y novedades sobre la informatica Arma Tu Compu ! Espero que te pases un saludo grande. Ale

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  16. La verdad es que no conocia la historia y me sorprendio muchisimo, el solo echo de pensar que en Argentina tambien somos una potencia nuclear y que nuestros controles son parecidos a los de Brasil me da escalofrio de que algo asi pueda suceder aca.

    Saludos, Cesar

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  17. Pobre niña lo que seguramente era jugar nada mas…
    hay que tener mucho cuidado con sustancias que desconocemos
    Salu2.

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  18. juan

     /  agosto 10, 2010

    Cómo pudo llegar eso a manos de un chatarrero?
    Se supone que esos equipos de electromedicina los montan empresas tan fuertes como siemens, general electric, etc…

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  19. Marcos

     /  agosto 10, 2010

    Rubén Blades Compuso un tema musical, basado en este hecho ,merece la pena escucharlo.

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  20. Impresionante artículo!

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  21. Makarra

     /  agosto 10, 2010

    Interesante relato, se podría decir que la incultura les mató, ya que si hubiesen tenido alguna noción de lo que es la radiactividad, a lo mejor hubiesen tenido mas cuidado.
    Gracias por compartirlo.

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    • Joseuno

       /  agosto 10, 2010

      No todo el mundo tiene que saber qué es la radioactividad. Los únicos responsables son los que no desmantelaron adecuadamente la instalación.

      Responder
      • kaoD

         /  agosto 10, 2010

        Claro, la culpa no es de los chatarreros que se llevan cosas que no les pertenecen porque les sale de los cojones.

        Responder
        • null

           /  agosto 18, 2010

          no!,la culpa no es de los chatarreros.
          la culpa es de quien dejo eso abandonado.

          mas claro agua.

          Responder
  22. pablo

     /  agosto 10, 2010

    Vaya tela……

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